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Suicidio asistido

En el reciente Congreso de las Juventudes Socialistas de España y como primera de sus conclusiones han aprobado poner todos sus esfuerzos en conseguir que la eutanasia se legalice en España. Se nota que,como jóvenes que son, quieren a toda  costa librarse de los problemas que podamos causarles los mayores cuando entremos en la fase final con nuestros achaques y trastornos propios de los viejos cacharros (en mayo del 68 no nos atrevimos a tanto…)


Basados en un principio libertario (que no de libertad) se haría, según esta idea, de nuevo obligado admitir una serie de prácticas respecto a las cuales el hombre ha necesitado siglos para comprender su naturaleza contraria a la dignidad de la persona, por ejemplo, los duelos de honor. Y podríamos añadir la toma de sustancias dopantes y el recurso a las mutilaciones genitales por motivos culturales también como posibles declinaciones de esa ”justicia libertaria”…


Recientemente, los Colegios de médicos de Italia, reunidos en su anual Congreso, han aprobado un magnífico documento que rechaza tajantemente cualquier hipótesis de eutanasia. Entre los motivos en que sustentan tal actitud, aducen que quienes sufren enfermedades terminales y quienes quieren suicidarse, suelen sufrir de depresión. La solución, dicen, para estos casos no es permitirles morir, sino tratar la depresión.


Hacen hincapié también en que lo importante es incrementar los cuidados paliativos que hagan lo posible para reducir el sufrimiento, ya que en todo caso priorizan la mente sobre el cuerpo y en muchas ocasiones resulta imposible saber con certeza los deseos del enfermo, que son usurpados (en su decisión) por sus ”acomodaticios” familiares y allegados…


Para nuestros progresistas jóvenes socialistas, sería también interesante ponerles en antecedentes del caso del obrero polaco Jan Grzeb: un trauma craneal sobrevenido por accidente laboral le terminó precipitando en 1988 en un estado de inconsciencia profunda. Los especialistas le dieron 6 meses de vida. Sin embargo, su esposa, Gertruda, mantuvo la esperanza y se ocupó de sus cuidados. La reciente recuperación de Jan (¡al cabo de 19 años!) -padre de cuatro hijos- le ha permitido conocer a sus once nietos.


El ”estado vegetativo”, término que se emplea en algunos de estos casos, induce erróneamente a pensar que el sujeto sea más un vegetal que un ser humano; sería mejor hablar de privación ”permanente” de la consciencia, porque no existe la certeza absoluta de que un paciente no pueda jamás volver en sí. No de eutanasia tienen necesidad estos enfermos, sino de Amor, del que no se rinde ni desanima jamás. El de la esposa de Jan.


Y para terminar, añadir que entiendo que la legalización de la eutanasia causaría un  perjuicio a los valores de la sociedad que se fundan en el respeto a la vida humana. La percepción del valor y de la dignidad de cada vida cambiaría. Como un producto de consumo, la vida humana perdería su valor a medida que se aproximara su ”fecha de caducidad”…

¡Es la Hora de la Familia,amigos!

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