Pepe es un reciente jubilado (hace un mes). Ha trabajado durante cuarenta años duramente y esperaba ansioso el día que pudiera disponer de todo el tiempo libre del mundo para poder disfrutar de sus hobys. Tiene tres hijas casadas.
Para celebrar su retiro, invitó a una comida familiar a todos, su mujer (que aún trabaja), hijas, yernos y nietos. Ya hacia el final de la celebración, María, su hija mayor, le comenta: “Papá, mañana, si no te importa, ve a llevar a Luisito (el nieto mayor) al Cole, pues Antonio (su marido) y yo tenemos que ir al notario a primera hora”. Y “porfa”, vas también a buscarle por la tarde, pues tenemos a esa hora reunión de Padres. Si ves que nos retrasamos, le vas dando la cena y le acuestas.
Así pues, el primer día de “jubilado libre”, Pepe se lo pasa en sendos viajes de ida y vuelta con el lleva/trae de Luisito…
Cuando a última hora tiene un rato para echar un vistazo a la prensa, suena el teléfono. Es Jaime, el marido de su segunda hija ( Isabel). “Oye Pepe, mira te llamo para ver si me puedes hacer un favor: es que mañana tengo un día terrible y tengo que llevar el coche a revisión y cambio de aceite. Me han dado hora para que lo lleve a las 8,30 y recogerlo a las 14. ¿No te importa, verdad?”…
Mientras por lo bajirri jura en arameo, contesta: “No, en absoluto, no te preocupes, a las 8 estoy en vuestra casa a recogerlo”. Cumple la promesa, pero cuando va a retiralo a las 14 le dicen en el taller que lo lamentan, pero que vuelva a las 18, que es cuando estará listo.Vuelve a casa, come malamente y vuelve a por el cochecito….
Total, el segundo día de asueto se lo pasa de casa a taller y de taller a casa y tiro porque me toca…
El tercer día la llamada a las 8 de la mañana es de su hija pequeña, Rebeca. “Papá, que Pepito (su hijo) está con fiebre”. Rebeca trabaja y no puede dejar de ir a trabajar. “Si no te importa, vente por aquí y te quedas con él”…
Pepe sale a la carrera, pasa todo el día con el crío, incluída una llevada al Centro de Salud, pues la fiebre no remitía. Cuando los papis llegan a casa sobre las 8 de la tarde, Pepe cae rendido en el sofá. Le dejan dar una cabezada ¡”pobrecillo”!, le dan un vaso de leche caliente y ¡ea! se queda a dormir en el sofá y “así mañana te evitas tener que venir desde tu casa”…
Al día siguiente (cuarto de jubilancia), le llama su mujer, un tanto alterada: “Pepe, te recuerdo que mañana es ya viernes y tienes que hacer la compra en el Súper, como habíamos acordado”. Y no te olvides tampoco de pedir hora para los médicos (el tuyo y el mío).
La fiebre ya le ha remitido a Pepito, así que Pepe se va directamente al Súper temprano, para no coger mucha cola. Vuelve a casa con varias bolsas de dos kilos cada una. Está literalmente hecho polvo. Y encima cae en la cuenta de que se le ha olvidado pedir las citas en el Centro de Salud. (Su mujer le va a matar, piensa)…
El sábado vienen todos a comer y los tres matrimonios jóvenes acuerdan celebrar el primer “finde” con el abuelo “libre”. Así que deciden salir por la noche. Los cinco nietos, en casa de los abuelos, a dormir se quedan…
Leyendo el períodico el domingo, Pepe se da cuenta de que se le ha pasado ver por TV el partido de su equipo del alma…mientras se dedica a ir llevando a los cinco a sus respectivas casas…
Las tres semanas siguientes transcurren por el estilo, entre fiebres, reuniones imprevistas, recados de su mujer y demás “mandaos”.
Pepe se va a ver al jefe de Personal de su antigua empresa donde trabajaba. Le pide por favor que si puede reincorporarse y aplazar “hasta mejor ocasión” su jubilación. Le cuenta sus penas y el Jefe siente lástima y le promete que lo elevará a la Dirección. Que espere noticias.
Pepe se va tan ilusionado a casa, pensando si le “liberarán” y poder volver a ser esclavo del trabajo.
¡Qué felicidad!…
