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Cabecera La Hora de la familia

Wiwili


iwili es una pequeña población, paradigma de la importancia insustituible de la mujer en la familia.


Wiwilí es una pequeña población al norte de Nicaragua de cuatro mil habitantes que está pasando a la historia, desgraciadamente, por estar quedándose literalmente sin mujeres. Casi todas emigraron a España, fundamentalmente al País Vasco. Se le conoce como “el pueblo de los hombres solos”. Y, como pasa con todo lo anti natura, los efectos son tremendos…


Los pobres maridos “abandonados” dicen que “los primeros meses llaman, y lloran. Al año, poco. Y al segundo, nada”. Ahí queda eso…


Las tristes historias de desarraigo proceden la mayoría como consecuencia de deudas por “ellos” contraídas y su paro laboral. Y, según ancestral costumbre histórica mundial, es la mujer la que tiene que coger el toro por los cuernos y con todo el dolor del alma, abandonando hijos y hogar lanzarse a más de cinco mil kilómetros a remediar el desaguisado familiar…


Los “hombres solos” son como gallos recién paridos. Tres o cuatro hijos caminan en hilera detrás de sus padres. “¿Dónde se ha visto un gallo con sus polluelos?”, rezuman los viejos del lugar. Y no les falta razón…


Una de las anécdotas es que, como siempre, hay alguien avispado que ve el negocio. Johan es un joven que ha montado una agencia de viajes. Y con los billetes que despacha para volar a España se está haciendo de oro. Sólo en los últimos seis meses ha vendido más de cien. Y suma y sigue…


Desesperados muchos de ellos con la ausencia de mujer, acuden al párroco a solicitar “pastillas del amor”, utilizadas con frecuencia para quitarse la vida. El Padre Iván les responde: “No. Pero tengo unas trampas para ratones que te pueden servir”…


Una de las fiestas que más tristemente se celebran es la del Día de la Madre. Apenas quedan algunas presencialmente a las que rendir homenaje. Se está transformando en el “Día de las Ausentes”…


Ellas dicen que volverán en Diciembre, coincidiendo con las Navidades. Diciembre se ha convertido en el mes de la esperanza para Wiwilí. Pero ese Diciembre nunca llega. Y es que la diferencia entre los 800 euros mensuales que ganan en España (generalmente atendiendo casas o personas mayores) y los 50 dólares que en Nicaragua ganan (las pocas que tienen la suerte de tener trabajo), la cosa está como para pensárselo dos veces…


Y tal vez la mayor de las tragedias que comporta esta anómala situación sea el que muchas de “ellas” encuentran otra pareja y aquella unión inicial queda definitivamente anulada.


Wiwili, horrible ejemplo del desarraigo familiar. Pone los pelos de punta sólo el pensarlo…

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