En Tucumán, un grupo de ellos han firmado un protocolo en su defensa. Es todo un ejemplo a seguir. Si yo viviera allí, les votaría sin dudarlo ni un minuto. Estos son sus puntos programáticos:
1.-Reconocer el derecho a la Vida desde la concepción hasta la muerte natural. Es decir, no al aborto y no a la eutanasia.
2.- Garantizar a los Padres la titularidad originaria, primaria e inalienable de la potestad de educar conforme a sus creencia y valores tanto en establecimientos de gestión pública como privada. Libertad de enseñanza, en suma.
3.- Promover la promulgación de normas que hagan posible la conciliación entre la vida familiar, laboral y educativa.
4.- Establecer beneficios a favor de las Familias Numerosas, especialmente en lo referente a adquisición de vivienda, sanidad y becas.
5.- Condicionar toda la acción política a garantizar trabajo digno, vivienda apropiada, educación en valores y seguridad para las Familias como bienes sociales insustituíbles.
En su declaración conjunta, los Políticos firmantes del protocolo afirman que la Familia es el núcleo fundamental y básico de toda comunidad política por ser anterior al Estado (esto sí que es tener buena memoria histórica, ¡sí señor!).
Y añaden que la existencia de la Familia se funda en el matrimonio, entendido como unión íntima, complementaria y excluyente de un varón y una mujer, líbremente contraído y públicamente reconocido. Hombre y mujer gozan de una misma dignidad y de igualdad de derechos.
Su proclama finaliza que el Gobierno, los Ayuntamientos y las Provincias deben reconocer a la Familia y sus organizaciones el derecho a participar, de diferentes formas, en los Organismos de representación y decisión sobre los temas de su interés y competencia.
Se confirma el dicho de la copla: ¡“y vive Dios, que como México no hay dos”!…