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EL EQUIPAJE

“Ligero de equipaje”.Esta poética frase creo es un clamor unánime de todos los maridos a la hora de emprender viaje. Pero el choque frente a la tesis de la pareja es frontal y sin visos de arreglo. Con el paso del tiempo la cosa empeora…


Con motivo de los recientes viajes de Semana Santa,el problema de los equipajes alcanza grados a veces insoportables. Se amontonan ropas, vestidos y complementos para todas las ocasiones: playa, vestir, abrigo por si hace mal tiempo, ropa de buen tiempo(por si acaso); en fin, la locura.


De ahí viene seguramente el incremento espectacular de monovolúmenes; ya no basta con bacas supletorias. Es un espectáculo ver por las carreteras esos interiores de los coches en los que apenas se alcanza a vislumbrar los pasajeros de la parte trasera. No hay sitio para ellos. Son lo que yo llamo “coche-equipaje”.


Los americanos son muy prácticos. El “usar y tirar” les hace realmente viajar ligeros de equipaje. Los españoles somos muy distintos. Nos llevamos puesta hasta la olla a presión (sic).Perros, gatos, pájaros y suegras completan el peculiar panorama…


El problema se incrementa con las compras efectuadas. La reducción del grosor de la cartera  es directamente proporcional al incremento de cosas que en la mayoría de las ocasiones no tendrán uso posterior; pero el caso es adquirir. Para recordar, acreditar que hemos estado allí, para lo que sea. Pero el incremento de sobretasa es tremendo. Yo creo que los embotellamientos de las carreteras se producen por sobrepeso de los vehículos y su correspondiente falta de visibilidad. Tráfico debería tomar cartas en el asunto. Igual que se efectúan controles de alcoholemia, controles de carga…Y si hay sobrepeso, pues a descargar (la suegra, por ejemplo…).


El tiempo consumido en los viajes de avión se divide  en dos: el empleado en facturar y recogida de equipajes y el empleado en el vuelo. Normalmente se consume un 70% para aquello y un  30% para el viaje propiamente dicho.!Genial!.


En mi caso, que soy adicto al tren, el problema se ha puesto tremendo, con la desaparición de los socorridos y añorados “mozos de estación”. Hay que “cargar” con los bártulos. Y vamos arrastrando por esos interminables andenes y estaciones las maletas rodantes a modo de penitentes en procesión. Da pena vernos.

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