Ahora que se avecinan unas elecciones, vuelve a debatirse sobre la posibilidad de modificar la legislación del derecho de voto, tal como está planteado actualmente.
La ”unidad familiar” es así considerada a muchos efectos: civiles, fiscales, censales, etc. Asimismo, existen normas legales que hacen recaer en los padres la responsabilidad de los menores. Y, por otra parte, es incuestionable la obligación de ellos de correr con los gastos necesarios de los menores a su cargo (carga).
Por todo ello, no resulta descabellada la idea planteada por el Instituto de Política Familiar de considerar la opción de que los padres (por eso mismo de tener la patria potestad), pudieran emitir tantos votos cuantos menores tuvieran a cargo. No todo deben ser deberes; sería como un derecho compensatorio.
Claro que a esta propuesta se oponen aquellas fuerzas políticas que no se distinguen precisamente por sus políticas de apoyo a la Familia. Saben que si se aprobase tal supuesto, se desequilibraría el resultado evidentemente en su contra. El llamado ”baby boom” pasaría factura…
Izquierda Unida ha planteado la posibilidad de rebajar la edad de voto a los diecisiete años. Yo creo más ajustado fijarla en los dieciséis, que coincide con la edad mínima laboral y de responsabilidad penal. Aunque puestos a estirar la cuerda, se podría pensar en que al tener uso de razón ya se podría ejercer el derecho de voto (que para eso se tiene aquél…).
La influencia de la inmigración también irá dejando su huella a medida que vaya pasando el tiempo. Los hijos de inmigrantes, nacidos españoles, irán poco a poco configurando unos nuevos escenarios electorales. Por la fuerza del crecimiento vegetativo y su mayor índice de natalidad, se obtendrán nuevas mayorías sociales. Que incluso les llevarán a ocupar puestos de máxima relevancia política. Véase el ejemplo Sarkozy.
El voto familiar, como en muchas otras cuestiones, es decisorio…
