Fernando Maura tiene 52 años, una hija que acaba de morir y una mujer que murió. Y vive desde 1996 con escolta permanente por la amenaza de ETA.
Su ”gran pecado”: haber sido diputado por el Partido Popular. Pero quiero resaltar, no su historial político, sino el familiar que es extraordinario.
La hija que acaba de perder, Pilar, nació hace 20 años. Al nacer, el cordón umbilical la asfixió, aunque logró respirar y venir a la vida, sin bien víctima de un infarto medular y tetrapléjica para siempre. Fue ingresada en la UCI del Hospital de Cruces en Bilbao; allí pasó sus 20 años y allí murió el pasado mes de Marzo.
Pilar era una ”institución” en el Hospital. Un maravilloso referente para cuantas personas pasaban por la UCI y les ayudaba como nadie en su lucha contra el sufrimiento y el dolor. Cientos de personas le deben a su ejemplo el haber salido adelante en situaciones muy difíciles de superar. Toda una heroína viviente… También sus padres eran otro ejemplo para todos aquellos padres que tenían algún hijo en similares circunstancias, ingresados.
Únicamente dos veces en su vida sus cuidadores le sacaron al exterior: concretamente a la terraza del Hospital, una operación muy incómoda y peligrosa por sus dificultades de respiración. Y corre ya entre los vecinos el rumor de que a partir de entonces aquéllos aires huelen a rosa y jazmín…
Fernando Maura pudo resistir el sacrificio. Su mujer, Anneli, no. Murió hace seis años víctima de depresiones. Cuando Pilar falleció, su padre se le acercó a su cara y le susurró: ”Chiquitita, dale un beso a Mamá”.
Como buen cristiano que es, lleva muy dentro la promesa aquella de ”recibiréis ciento por uno”. Va a ser supermillonario cuando llegue allí arriba, seguro.
Su contextura es de hombre menudo físicamente, pero de una fortaleza interior como se ha visto pocas veces. Ahora Fernando tiene problemas de vista. Pero su sentido del humor (que no lo ha perdido), le lleva a decir: ”no importa, la vida la vivo de cerca”…
Seguramente los de ETA se confunden si piensan que van a temblarle las piernas. Es hombre de una pieza, entero, capaz de superar las mayores dificultades; no podrán con él.
¡Dios te ampare, amigo!
