Como locura colectiva hay que calificar la autoinculpación de 400 mujeres por haber abortado ilegalmente, como respuesta a la acción de la Justicia recientemente iniciada contra las clínicas abortistas de Barcelona y Madrid.
No soy quien para enjuiciar si además del ”ilegal” aborto reconocido, tienen el plus de mentir; pero estoy seguro que la mayoría de ellas no ha abortado realmente. El caso es llevar la contraria…
A éste grupo y a cuantas mujeres (y hombres) estén a favor del aborto, van dedicadas las siguientes reflexiones.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada minuto muere una mujer por problemas en el embarazo en algún lugar del mundo, lo que significa más de 10 millones de vidas perdidas en una generación. Mientras en los países desarrollados el 62% de los partos son atendidos por personal cualificado, en los menos avanzados esa cifra se sitúa apenas en el 32%.
Por otra parte, en los países industrializados la proporción de niños que mueren en el parto es de 20 por cada 100.000, mientras que en África mueren 830, en Asia 330 y en América Latina 190. ¡Cuántas mujeres de esos continentes quisieran haber podido contar con ayuda cualificada para evitar así la pérdida de sus hijos!
Lejos de cualquier connotación que suene al pasado, es innegable que la maternidad es algo que va intrínsecamente unido a la mujer. Y no solamente por el hecho de traer hijos al mundo, sino por el enorme papel que en todas las culturas la mujer realiza como educadora, unificadora, consejera ó administradora en el seno de la familia y por extensión de la sociedad.
Cierro con un dato para meditar: en un poblado de Zimbabwe llamado Mnembusia y en el que viven 500 habitantes, se da a luz anualmente un número de hijos que suponen ¡el doble que en Soria!
Y todavía hay quien se declara pro-abortista…
