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Cabecera La Hora de la familia

Lourdes 1858/2008

Con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes, algunos miembros de la Asociación de Antiguos Padres de Alumnos de los Colegios de mis hijos (de la que ya di noticias en su día), hemos hecho una peregrinación familiar que nos ha dejado excelentes recuerdos que paso a comentar.


Partiendo desde Madrid, en Alcolea del Pinar (km. 140 de la N-II) visitamos la primera maravilla: la Casa de Piedra, obra que deja a uno pasmado. Hacia 1910 y durante 10 años su paciente autor fue horadando en una pequeña montaña de piedra su casa, que hoy en día se visita como monumento que es. ¡Qué manera más curiosa de resolver el problema de la vivienda! Menos mal que la ex-ministra Trujillo no recabó en ello; si no, seguro que la hubiera incorporado a sus famosas “soluciones  habitacionales”…


La segunda parada se hizo en Zaragoza, y debo confesar que nos dejó gratamente impresionados la Seo de San Salvador. La excelente restauración (y no exagero), deja pequeño el Pilar adjunto. Qué lástima que no se promocione como es debido esta obra de arte histórico-monumental. Impresionante, ya digo.


Igualmente impresionante me resultó la rápida visita que nos llevó al Santuario de Torreciudad en la provincia de Huesca, cerca de Barbastro. También grandioso Monumento arquitectónico que debería ser promocionado en mayor medida.


Unos kilómetros más allá,camino de Francia y en plenos Pirineos,hici-
mos parada en el precioso pueblo de Ainsa.En las afueras,una increí-
ble “ciudad medieval”,que nos transportó literalmente a pleno medievo.

Ya en Lourdes, las Cuevas de Béttharram (ajenas a la milagrosa cueva de las apariciones marianas) nos dejaron estupefactos a todos.  ¡Qué maravilla! Algo increíble…


Durante una Misa a la que asistíamos, habría no menos de quinientas personas asistiendo en sus sillas de ruedas.  ¡Qué demostración de Fe más grande, Dios mío! Ahí sí que está la prueba más palpable de lo que se denomina “cultura de la vida”. Nada de eutanasias que valgan… Ver  para creer (nunca mejor dicho).


Y la maravillosa excursión tuvo su digno colofón con una copiosa comida en Donostia, de vuelta ya para Madrid. Qué voy a contar de San Sebastián, perla del Cantábrico, que no esté escrito. Pues, sencillamente, que sigue tan bonita como siempre…


Como ya no tenemos que asistir a encuentros con profesores que valgan para hablar de las notas de nuestros hijos, pues eso: al rico viaje placentero, que ya era hora…

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