El llegar a ciertas edades supone que hagamos referencia a muchos de nuestros recuerdos empleando la palabra siglo: “el siglo pasado” por el XX o “hace medio siglo” para señalar que han transcurrido 50 años y nos da reparo reocnocerlo. Algunas de estas referencias incluso se remontan más atrás. En más de una ocasión hemos recordado desde este blog el momento en que algún artista, hoy famoso, hizo su debut 50 años atrás. Todo un mérito y un éxito personal el permanecer activo en una profesión transcurrido este tiempo y además siendo reconocido por el público. Tenemos ahí a Plácido Domingo que sigue llenando teatros y batiendo récords en minutos de aplausos habiendo superado ampliamente ese número de años desde su debut. Otro tanto puede decirse de Montserrat Caballé que, con igual motivo de celebración cincuentenaria, ha actuado en una gala en Madrid junto a su hija. Recientemente hemos visto a Engelbert Humperdink en el último Festival de Eurovisión con los 70 muy superados sobre sus hombros. Por los escenarios del mundo andan los Rolling Stones que, como los también en activo Status Quo, se constituyeron como grupo musical en 1962. No es fácil alcanzar esa edad en plenitud de facultades físicas y artísticas, pero no son los únicos. Hay más, aunque, por lógica, no abunden. Uno de ellos, que ya hace algún tiempo superó ese medio siglo en la profesión es Raphael al que, rondando los 70, se le sigue identificando como “el Niño”. El “Niño” de Linares.
En la programación de Radio Nacional de España hay un programa de música –“Voces con swing” – donde únicamente se recogen discos que hayan sido grabados hace 50 años o más. Con menos edad no se programan. El único problema para escucharlo es que lo emiten a las 4 de la madrugada, pero oír canciones de épocas pretéritas, casi todas conocidas, resulta un auténtico placer, porque son temas que están dentro de nuestra mente, canciones que han hecho historia y que han dejado sedimentación. Otro tanto puede decirse de quienes han puesto la voz para que fueran posibles, o el sonido de algún instrumento, o la conducción de una orquesta en el caso de directores.
Raphael que, ya digo, para muchos sigue siendo “el Niño” y se nos antoja como el personaje de Oscar Wilde, el Dorian Gray que nunca envejece, es todo un veterano de la canción. Algunas de sus grabaciones ya tendrían cabida en el programa de radio mencionado puesto que han cumplido la edad establecida para que ello ocurra. Por ejemplo “Tu, Cupido”, “Inmensidad”, “Perdona, Otelo”, cuyas melodías muy pocos recordarán, más que por el tiempo transcurrido, porque no alcanzaron excesiva popularidad, al revés de lo ocurrido con “Te voy a contar mi vida”, incluida en la cara B del mismo disco en que estaban las anteriores y que fue utilizada en la película “Las gemelas”.
http://www.youtube.com/watch?v=G0ISbcbg8q0
La canción que también ha cumplido el medio siglo es “Llevan”, lo que, de alguna manera da pie al post de hoy, ya que con ella Ráphael consiguió el primer premio del IV Festival de Benidorm, en 1962, iniciando una ascendente carrera que alcanza el momento presente sin ningún tipo de decaimiento artístico ni disminución de seguidores.
http://www.youtube.com/watch?v=2bT7Ztu6MBM
Benidorm fue el trampolín de Rápale, aunque, de no haber existido el Festival, el cantante de Linares hubiera encontrado cualquier otro punto donde apoyarse y alcanzar los mismos resultados, dado su indudable valía. Su particular forma de cantar y de interpretar el contenido de las letras, junto a su expresión facial y corporal es origen de que guste o no al público, que sea aceptado o rechazado, pero el juicio unánime para el cantante es su indiscutible profesionalidad.
Raphael surgió en un momento en que abundaban los cantantes protesta, que así se conocía a un grupo de intérpretes con cuyas letras intentaban crear un determinado movimiento en contra del sistema vigente por aquél entonces. Joan Manuel Serrat, Francesc Pi de la Serra, Lluis Llach, Raimon, Jaume Sisa, María del Mar Bonet, Ovidi Montllor, Luis Eduardo Aute, Pablo Guerrero, Paco Ibáñez, José Antonio Labordeta, Patxi Andión… Algo más tarde Elisa Serna, Luis Pastor o Marina Rosell… Una vez superada la etapa contra la que se quejaban, esos artistas continuaron haciendo caja utilizando los mismos sistemas canoros y con contenidos semejantes a los que motivaron su popularidad y el origen de sus considerables ingresos a los que no renunciaban desde sus quejas. Otros artistas se decantaron por los temas de amor o de desamor, de nostalgias, de promesas, de aspiraciones, de sueños… Temas con poesía y con música. O sea: canciones como habían sido siempre, aunque con ritmos más actuales que el tango, el chachachá o el bolero.
En el comienzo de los años 60, entre quienes adoptaron ese estilo surgió el joven de la jienense Linares llamado Rafael Martos, aunque inspirado en la PH de su casa discográfica -Philips- optó por anuncirse como Raphael. Su forma de cantar era grandilocuente de expresión, exagerada de gesto, pero distinta a todo lo que había en aquel momento. Su originalidad y su gran voz no tardaron en arraigar y sus canciones pronto fueron tarareadas a la vez que proliferaron por todo el mundo sus clubs de fans. Porque Raphael no se limitó a España. Hispanoamérica y el mundo entero le aclamaron como artista.
El cine no podía ser ajeno a tanta popularidad y no tardó en ofrecerle la posibilidad de actuar ante las cámaras. Primero fue una breve aparición en ‘Las gemelas’ donde interpretó dos temas y en 1966 el director Mario Camus le brindó la oportunidad de protagonizar “Cuando tú no estás”. Al éxito conseguido le siguieron otros siete títulos: “Al ponerse el sol”, “Digan lo que digan”, “El golfo”, “El ángel”, “Sin un adiós”, “Volveré a nacer” y “Ritmo, amor y primavera”, una producción argentina donde sólo participó en una escena cantando el tema “Gracias”. En ellas puso en imágenes el repertorio que popularizó a través de actuaciones en directo, en televisión y en radio. Títulos como “Yo soy aquél”, “Cuando tú no estás”, “Digan lo que digan”, “Amor mío”, “Qué sabe nadie”, “Llevan”, “Escándalo”, “Mi gran noche”… debidos en gran parte a la inspiración del músico Manuel Alejandro junto al que ha desarrollado gran parte de su carrera. Títulos que aún se escuchan sin necesidad de recurrir a ningún archivo sonoro histórico. Pertenecen al hoy y para nadie son desconocidos. Con ellos ha obtenido infinidad de éxitos de ventas -que se traducen en millones de ejemplares- que le han supuesto, a su vez, infinidad de premios. Quizá el más representativo sea el Disco de Uranio, ya que es el único artista de habla española que lo posee.
http://www.youtube.com/watch?v=IVpftrxqyGk
Superados los problemas de salud que le afectaron hace pocos años precisando que se le realizara un trasplante de hígado, Raphael volvió a los escenarios de los que esas razones la alejaron temporalmente, retomando sus giras, sus conciertos y sus grabaciones con el mismo entusiasmo y dedicación que en sus comienzos, sin dormirse en los laureles de una fama consolidada. Su buena forma la confirman sus propias palabras: ‘Yo no tengo ni fecha de jubilación de de caducidad. El día que salga a un escenario y no pueda darlo todo, ese día, sin decirlo, me iré de vacaciones muy largas. Ahora no me puedo retirar porque a los tres meses volvería’. Es consecuencia de su carácter artístico y de lucha, el que le confirma como aquél que nos representó en el Festival de Eurovisión en 1966.
http://www.youtube.com/watch?v=HzeVGSNyf-0
Raphael que, como nosotros, también se ha convertido en abuelo como consecuencia lógica de la edad, continúa llenando las salas donde actúa, continúa siendo reclamado por los empresarios atentos a las demandas del público, continúa cargado de proyectos y continúa cantando con su peculiar estilo y con la voz conservada, haciendo que cada una de sus actuaciones y en el buen sentido de la expresión, sigan constituyendo todo un “Escándalo”.
http://www.youtube.com/watch?v=ZGVjUyzl8vE&feature=related
La saque de donde sea, la fuerza de Raphael en el escenario sigue intacta, por encima del tiempo, de cansancios, de enfermedades. Todo por la ya mencionada profesionalidad de la que no pueden hacer gala muchos de sus colegas de profesión que anteponen otras cuestiones a las que están obligados por su dependencia del público. Más de 50 años después de iniciarse en la profesión, aquel niño que destacaba en la escolanía de su colegio, no da tregua a los ensayos, a localizar nuevos temas, a prepararlos, y a mantener vivos los de siempre buscando nuevos matices para ellos, para lograr que en cada una de sus actuaciones sea en la que más se entregue y convirtiéndola, una noche tras otra, en la más grande. Por eso Raphael continúa, y lo hace sonriendo, mientras que el Festival de Benidorm, donde hace 50 años comenzó su recorrido hacia la fama, hace tiempo que desapareció. Permanece lo que se cuida.