A alguien, en determinado momento, se le ocurrió que la edad más apropiada para la jubilación (pasar de la actividad laboral a la inactividad total con el consiguiente aburrimiento) debía fijarse en los 65 años. Después se inventaron las prejubilaciones, consistentes en dejar el quehacer cotidiano remunerado antes de alcanzar esa edad y además seguir cobrando. Con el consiguiente descuento a la hora de la verdadera jubilación, eso sí, por no cumplir el tiempo establecido de cotización. Más tarde, en un ataque de imaginación, los políticos se dieron cuenta de que por culpa de su desastrosa administración económica consistente en despilfarrar o llevárselo directamente, los fondos no alcanzaban para cubrir todas las obligaciones que la jubilación impone y retrasaron ésta un par de años en que, mes a mes, se seguirá descontando el importe de su aportación al objeto de “hacer” caja y en un caso de apuro tener dónde meter mano. Se entiende que este retraso en la jubilación se refiere a los trabajadores cotizantes normales, no para ellos los políticos. ¡Faltaría más, un político afectado en los que considera sus merecidísimos ingresos por falta de fondos! ¡Hasta ahí se podía llegar! Ellos perciben su generosa pensión de jubilación y sin necesidad de haber cotizado el mismo número de años que el resto de los mortales. “Todos los españoles somos iguales, sin que exista discriminación…”, está escrito en algún sitio aunque, según parece, no es de obligado cumplimiento. A pesar de tanto desbarajuste en que el pensionista siempre resulta ser el afectado, seguimos teniendo como referencia los 65 años como edad para podernos dedicar a ver cómo van las obras que se realizan en nuestra ciudad o jugar a la petanca. Algunos se rebelan contra la norma y continúan en la brecha del trabajo.
Uno de estos casos, puesto que este año cumple los 65 y sigue en lo de cantar, que es lo suyo, es el de Gigliola Cinquetti, la que hace casi 50 años -48 para ser exactos– manifestaba no tener eda para amar, lo que expresaba con un tono totalmente moralista, al uso de la época: “no tengo edad para amarte y no está bien que salgamos solos los dos.. deja que llegue el día soñado, más ahora no… tal vez querrás esperarte que sea mayor y pueda darte mi amor…” Ahora, como ya ha demostrado y los cumpleaños lo confirman, tiene edad para amar, para vivir su matrimonio y su maternidad, y conforme a lo típico, para jubilarse teniendo en cuenta esos 65, que no vamos a ser nosotros los únicos en cumplir; los artistas también. Pero, sin embargo, un ruego para la cantante italiana: que no se jubile, que continúe en los escenarios, en las televisiones y en los estudios discográficos para satisfacer nuestras necesidades musicales como hasta el momento viene haciendo, aunque en menor medida, es lógico, que cuando era la número de Europa sin haber cumplido la veintena. Su voz, como muy pocas veces ocurre con otras cantantes sin que ello les reste calidad, es de las que enamoran. A base de agradables melodías, de sencillez, de intimismo, de buen gusto, de limpieza y de no apartarse lo más mínimo del sonido que cada nota de sus canciones requiere; como si estuviera hablando que es como opinó de ella el famoso barítono Gino Bechi, tan exigente en lo correctamente musical como se demuestra en su respuesta a una pregunta periodística sobre ¿cómo había logrado una “Tosca” tan peculiar e innovadora como la que presentó en determinado momento cuando, retirado de la escena como intérprete se dedicó a la dirección: “Yo no he hecho nada –contestó– me he limitado a seguir punto por punto todas y cada una de las indicaciones que vienen en la partitura”. Así es como canta la Cinquetti, sin añadidos innecesarios, únicamente con su personalidad y su sensibilidad. De ahí que no se puedan sacar defectos a sus interpretaciones.
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Con frecuencia mensual suelo realizar un viaje a la Comunidad valenciana y es cuando renuevo los CDs en el aparato que lleva instalado el coche. Su capacidad es de 6, que son los que introduzco, pero sólo varían 5 de ellos buscando variedad de estilos y de voces; el sexto siempre está dedicado a Gigliola Ciinquetti que aporta la tranquilidad y el relax imprescindibles para sentarse al volante durante 4 horas. (Los hay que presumen de hacerlo en menos tiempo) Con grabaciones de canciones típicas italianas, con canciones de Festivales, con boleros en compañía de Los Panchos, de su primera época o de momentos posteriores, pero, eso sí, de Gigliola Cinquetti. De tanto escucharlas he llegado a la conclusión de que no me decanto por ninguna de ellas como favorita; todas son mis favoritas, porque lo es quien las canta. De un amplio repertorio, una de las que mayor popularidad alcanzó en su momento y que, naturalmente, continúa interpretando en sus actuales actuaciones es “La lluvia”, con un desenfadado, persistente y alegre estilo rítmico.
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Una reina de la música italiana, como proclama el locutor. Una reina en toda Europa desde aquel primer momento en que Gigliola se alzó con el Primer premio del Festival de San Remo de 1964.
Llegó a él con sólo 16 años y no por casualidad, ya que hubo de superar varias pruebas eliminatorias enfrentándose a 125 candidatos entre los que se eligieron 10 finalistas. El público quedó asombrado con su voz y su interpretación, y en la votación se anduvo disputando el primer puesto con otro debutante, como ella, en aquella edición de San Remo. Era Bobby Solo al que se desclasificó por cantar en playbak, (debido a una faringitis que le afectó poco antes de salir a escena, parece ser que por “miedo escénico”) la que después fue tan popular “Una lacrima sul viso”. Ganó Gigliola imponiendo su nombre en la historia del festival italiano como uno de los más importantes e impulsando aún más su elevada categoría. La canción, que desde ese mismo momento pasó a ser de programación constante y obligada en las emisoras de radio es de sobra conocida por el público de entonces y de ahora: “Non ho l’etá”.
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Desde aquel momento quedaron justificados los estudios musicales que su familia le proporcionó ya que recibió clases de piano desde los 5 años de edad, siendo reconocido su talento por todos sus profesores. Como venía siendo tradicional con todos los vencedores de San Remo, el mismo año participó en el Festival de Eurovisión. Lo hizo con el mismo tema (levemente retocado respecto a la versión primera ya que excedía en 19 segundos el tiempo marcado por la organización) y volvió a imponerse a todos sus adversarios sin que existiera ninguna duda en cuanto a la puntuación ya que se distanció notablemente de quienes la siguieron en la clasificación final. El impacto fue tal que los organizadores del prestigioso Festival italiano volvieron a contar con ella dos años después con otro tema que defendió emparejada con el más que famoso Domenico Modugno y que alcanzó notable popularidad internacional: “Dio come ti amo”. También esta canción representó a Italia aquel año en Eurovisión, que se celebraba en Luxemburgo, y Domenico Modugno, que la defendió, no obtuvo ni un solo voto.
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No fue únicamente el público quien valoró los méritos artísticos de Gigliola Cinquetti. Artistas de la talla de Iva Zanicchi, Boby Solo, Paul Anka, Mina, o Maurice Chevalier hicieron pública su admiración por la joven cantante. Con el sansonier francés incluso llevó a cabo una película –“Lección de italiano”– de las varias en que participó como actriz la artista de Verona. Verona fue su lugar de nacimiento, como lo fue de Julieta y de Romeo, y si hoy se recuerda a la joven pareja de amantes en la capital italiana desde la casa atribuida al domicilio de la enamorada, otro tanto debería hacerse en la que habitó la Cinquetti incluyendo la referencia en los programas turísticos. Al decir de quienes conocen la actividad de la cantante, su ciudad natal es punto de destino siempre que sus quehaceres se lo permiten. En ella contrajo matrimonio y en ella nacieron sus hijos. Alternando con el ejercicio de su profesión y sacando tiempo de donde no existía, cumpliendo la infinidad de contratos que le surgieron, estudió “Historia del Arte en Verona”, alternando aula y compañerismo con estudiantes de la misma materia que manifestaban el mismo interés en la importancia artística de la ciudad como en poseer un autógrafo de la triunfadora de San Remo y Eurovisión.
Gigliola Cinquetti se hizo imprescindible en las emisoras de televisión de toda Europa, entre ellas España donde siempre fue objeto de admiración, provocando que muchas de las canciones las grabara en nuestro idioma. Entre otras muchas aquel número 1 del 69 que lo fue igualmente como “La pioggia” que hemos escuchado más arriba, o “La española”, un homenaje a la mujer española dicho en el idioma de la artista que nos ocupa.
http://www.youtube.com/watch?v=EiNbz2oVm0k&feature=related
No fue la única concesión a nuestro país ya que cantó un buen número de canciones en nuestro idioma. En unos casos objeto de traducciones y en otros tal cual fueron escritas. Es el caso de los boleros y canciones latinoamericanas que grabó con Los Panchos, como “Amapola”, “Lisboa antigua”, “Quizás, quizás, quizás” o “Bésame mucho”.
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Otro tanto, aunque en menor proporción ocurrió con su vecina Francia a la que dedicó algunas de sus interpretaciones, como su versión de “La Bohéme” de Charles Aznavour o, en el idioma de Molière, el “Ne me quitte pas” de Jacques Brel que siempre ha tentado a todos los grandes intérpretes.
http://www.youtube.com/watch?v=BUoTg8D9Eb8&feature=relmfu
La vida de Gigliola Cinquetti, al margen de la mucha actividad que requiere el contrato permanente, el reclamo de las diferentes emisoras de radio y televisión, es una vida apacible dedicada a su familia, además de a su profesión. En su momento, la prensa rosa la adjudicó numerosos amores de los que dio nombres y apellidos, pero ella, celosa de su vida privada, nunca ha sido una especialista del “artisteo”, de la rumorología, ni asidua a los medios dedicados al corazón ni a los “paparazzis” que en Italia abundan tanto como por estas latitudes hispanas. Sin embargo, hubo un momento en que, al margen de su ideología, la que sea, fue utilizada con fines políticos. Fue en vísperas del Festival de Eurovisión correspondiente a la edición de 1974 que se celebraba en Brighton y también en vísperas del referéndum sobre la Ley del divorcio en Italia. La Cinquetti, una vez más, defendía a su país y lo hacía con una canción titulada “Sí” en la que no existía ningún mensaje subliminal encerrado. Los políticos, tan acostumbrados a la manipulación que piensan que todo el mundo manipula, consideraron que ese título podía influir en la votación del referéndum y en un alarde de lo que llaman libertades, pero que únicamente se refiere a lo que ellos les apetece hacer y deshacer, decidieron no retransmitir el Festival hasta una semana después de celebrarse, dejando a los italianos sin ver cómo ganaba Abba con “Waterloo” ni cómo Gigliola se situaba en segunda posición. Encima, en justo castigo a la perversión de quienes concibieron la situación que, en aquel momento eran los demócrata-cristianos, en el referéndum se impuso el “Si”. Y no pasó nada. El mundo no se detuvo por eso y la Cinquetti siguió triunfando.
http://www.youtube.com/watch?v=V84SLBzYBk0&feature=related Sí
A estas alturas, el nombre de Gigliola Cinquetti es toda una referencia en la historia de Eurovisión, no sé si superado por algún otro artista. Incluso, fue presentadora del certamen en el 91, vinculando aún más su nombre al eurovisivo Festival. Además de esa estrecha relación con Eurovisión y con San Remo, Gigliola continúa apareciendo en la televisiones europeas en las que se hacen programas musicales (por eso no se la ve en los platós españoles) manteniendo la voz grave y acariciadora de siempre, con la misma elegancia, manteniendo expresivos y abiertos sus enormes ojos negros, en forma total habiendo alcanzado la edad que para la gran mayoría es de obligada jubilación. Algo a lo que ella, de momento, renuncia y nos alegra. La seguiré escuchando cuando viajo en coche con lo que la tengo siempre presente. En este caso, sólo la cifra de tan simbólico 65 cumpleaños es lo que me ha llevado a citarla, sin necesidad de que me viniera a la memoria porque su voz siempre ocupa el presente.