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Cabecera Me Viene A La Memoria

NOTICIARIOS Y DOCUMENTALES

“Yo no leo ni escribo más historia
que ver a mi niñez con mi memoria”
 
Lo escribió Ramón de Campoamor y de alguna forma es lo que vengo desarrollando en este blog donde trato de resucitar lo que “me viene a la memoria”. Imágenes de la infancia, aunque también, en muchos casos, de la adolescencia y la juventud. En ocasiones alguna aproximación a la actualidad, aunque activando siempre el ejercicio memorístico. A lo largo de todas esas etapas hay un denominador común, aunque aceptado de distinta manera según el transcurrir del tiempo y la evolución de la personalidad. Pienso que de una manera similar al resto de los españoles.
 
De niño, incluso sin llegar a apreciar el significado de aquellas imágenes ni del contenido que encerraban, acudir al cine o a los cines del barrio era para ver dos películas (porque a cines de estreno donde sólo se proyectaba una no era frecuente la asistencia) del oeste o de aventuras (“Kim de la India”, “Duelo de titanes”, “El árbol del ahorcado”, “Solo ante el peligro”…), o de las gestas españolas en el transcurrir de la Historia (“Alba de América”, “Agustina de Aragón”…), o de chinos especialistas en artes marciales y trampas (Fu-man-chú), o…, pero también para ver el NO-DO que venía a ser una propina al programa proyectado en aquellas pequeñas pantallas, acomodado en una maltrecha butaca mientras escuchabas el continuo chasqueo de las pipas de girasol cuya semilla alguien extraía con sus dientes.
 
Más tarde, de adolescente, aquellas imágenes supuestamente informativas, comenzaron a carecer de interés. Desde ellas se exponían situaciones desconocidas para la comprensión todavía infantil. Ya no importaba tanto llegar puntualmente a la hora anunciada en la sala de proyección porque el NO-DO había perdido cualquier atractivo que hasta entonces pudiera tener y no se echaba en falta la renuncia a su visionado.
 
En la etapa juvenil el desinterés alcanzó su grado máximo. Nada de aquello, de aquellas noticias trasnochadas (porque en un cine de barrio el NO-DO llegaba hasta con tres y cuatro meses de retraso desde la fecha de su estreno), coincidía con lo que se escuchaba en los ambientes frecuentados, básicamente universitarios donde imperaba el descontento y la rebelión hábilmente inculcados. Las ideas con que se nos iba aleccionando eran totalmente distintas a las que se defendían y propagaban en aquellas informaciones acompañadas de imágenes en blanco y negro. El tiempo y la madurez nos haría prescindir también de éstas, supuestamente avanzadas. El caso es que, de manera consciente, entrabas en la oscuridad de la sala una vez que había terminado el NO-DO. Su misión había prescrito, ya no interesaba, y sus responsables decidieron su supresión.
 
Fueron 40 años de NO-DO desde su creación el 29 de septiembre de 1942 (por lo que ahora cumpliría 70 años) según se reflejó en el Boletín Oficial del Estado del 22 de diciembre del mismo año. El primero de ellos se proyectó unos días después, el 1 de enero de 1943, y su proyección fue obligatoria hasta enero de 1976, aunque sobrevivió hasta 1981 con carácter voluntario por parte de los exhibidores cinematográficos. En 1968 se añadieron algunos reportajes en color y desde 1977 lo fue todo el noticiero.
 
El propósito era descarado según el texto de su creación donde se proclamaba que se llevaba a cabo “con el fin de mantener, con impulso propio y directriz adecuada, la información cinematográfica nacional”. O sea, como un telediario actual, sobre todo en determinados canales, aunque se oculten y disimulen los propósitos de su realización. Uno y otros no tienen más misión para los responsables de su realización que satisfacer los deseos políticos o comerciales de quien los administra y ordena su puesta en marcha. El interés que puedan proporcionar al espectador de entonces y de ahora pasa a un segundo, o tercer, o cuarto plano. Vamos, que no importa más que propagar la idea de la que alguien se pueda beneficiar. Ese “alguien” es el que paga y hay que tenerle contento, sea privado o la Administración.
 
http://www.youtube.com/watch?v=L3FRYw3tpMc


La vibrante sintonía con que comenzaba, todavía fácilmente identificable en nuestros días, la compuso el maestro Parada que también puso música a “Los últimos de Filipinas”, la película en que se cantaba la habanera de “Yo te diré”.


http://www.youtube.com/watch?v=XJLJMnUeXpI


Tras la sintonía la voz triunfalista del locutor que elogiaba la inauguración de un nuevo pantano, la actuación de los Coros y Danzas o de Lola Flores en la fiesta del 18 de julio en los jardines de La Granja de San Ildefonso, o la alegría familiar en el momento de comprar el pavo de Navidad a un vendedor ambulante, o la grandiosidad monumental de alguna de nuestras ciudades pensando en que supieran apreciarla aquellos turistas que comenzaban a llegar masivamente. La visita de Eisenhower, de Liz Taylor, de Ava Gardner o de los Beatles, las faenas de El Cordobés, los éxitos deportivos de Santana, de Paquito Fernández Ochoa o del Real Madrid con Di Estéfano y Santiago Bernabeu al frente, sin olvidar los desplazamientos al lugar de vacaciones de toda la familia, incluido el perro y el canario, en un 600. Años más tarde las referencias informativas se dirigirían al espíritu democrático del que repentinamente todo el mundo fue propietario, mostrando las filas de personas que esperaban su turno para depositar el voto en las primeras elecciones democráticas.
 
El NO-DO ya es historia. Su archivo, encomendado a Televisión Española, conserva todas aquellas imágenes divulgadas en su momento a mayor beneficio y gloria de su fundador y, más importante todavía, como ocurre siempre en el terreno informativo, muchas más que no se llegaron a proyectar. Las informaciones que se reservan tienen, muchas veces, mayor interés que las que se hacen públicas. Historia que ha sido sustituida por los telediarios, si de imágenes se trata, y por los servicios informativos radiofónicos en el caso del Diario Hablado de Radio Nacional de España de obligatoria transmisión, entonces, por todas las emisoras de radio. Las cosas, al menos la información que se facilita al pueblo, no han cambiado tanto. Ha variado el envoltorio, la forma de presentarlas y además, el pueblo las sigue admitiendo como si de dogma de fe se tratara, porque cada uno se enfrenta al informativo o al periódico más de su agrado: el que facilita la información conforme a lo que se quiere leer, escuchar o ver.

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