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Cabecera Me Viene A La Memoria

DÓNDE VAS CON MANTÓN DE MANILA

El mes de agosto es, tradicionalmente, el mes de las vacaciones y con el éxodo de los ciudadanos las capitales se quedan vacías. Aunque cada vez menos por la sencilla razón  de que las disponibilidades económicas son cada vez más escasas y el mes de  vacaciones cada vez se está convirtiendo más en quince días y hasta en siete. Incluso en algún fin de semana, con lo que en esas fechas más o menos limitadas por las circunstancias, la ciudad se alivia de personal, aunque actualmente de modo ligero. No es como antes en que Madrid se quedaba sin nadie. El suelo de las calles despidiendo calor y las sombras que proporcionaban los árboles, eran la única compañía de quienes, por alguna razón, permanecían en el Foro. Los “Rodríguez”, por ejemplo, que endosaban a la familia al pueblo, con los abuelos, con la disculpa de que tenían que trabajar. Y pocos más. 


Sin embargo, esa soledad de las calles madrileñas durante el día, era ficticia ya que de noche, al refrescar, las calles y bares se abarrotaban. Sobre todo, las que entonces se denominaban “salas de fiestas”. como Jay, Pasapoga, Moroco, Alazán (encanto y belleza), Florida Park… Los que tienen mi edad lo recordarán perfectamente.


Pero había un momento en que Madrid, el centro de Madrid, el Madrid castizo de la Casta y la Susana, el Felipe y don Hilarión, el que rodea la plaza de la Cebada de calles estrechas con olor a boquerones fritos, a pimientos y a tortilla de patatas, el tantas veces reflejado en obras de Carlos Arniches y en zarzuelas cargadas de tipismo, ese Madrid aparecía repleto de personas mayores, jóvenes, niños, gente de todas las edades sudorosas por  el calor que la capital de España es capaz de concentrar durante el día para soltarlo por la noche. Gentes que, en tropel, acudían a la verbena de la Paloma. Casi ná.


http://www.youtube.com/watch?v=BrHMZqCbXcE


La verbena de la Paloma, donde Ricardo de la Vega situó a sus personajes en la zarzuela del mismo nombre, a la que Tomás Bretón puso música. Ésa que todo el mundo conoce: “Dónde vas con mantón de Manila…”  En los 50, 60 o 70, ya ninguna chulapa llevaba mantón de manila, ni falda de céfiro, ni pañuelo de crespón a la cabeza y ningún Julián gastaba “palpusa” (que por alguna razón se llamará así a la gorrilla de cuadros con visera), ni chaqueta ajustada. Ya existían los pantalones vaqueros que son bastante más cómodos. Y con ellos se podía participar en el concurso de rock en las Vistillas, que ya había sustituido a los tradicionales a base de schotis y mazurcas y donde los galanes, en su propósito de ser galantes con el sexo femenino, ofrecían nada menos que un churro: “toma un churrito, mi niña toma…”, que ya es ofrecer, sobre todo en la actualidad, dado que un churro –una brizna de harina, unas gotas de agua y un dedal de aceite- se vende a 30 céntimos de euro, lo que viene a ser en nuestra antigua y siempre recordada moneda 50 pesetas. Un churro cuesta 50 pesetas y encima el churrero lo hace sin meter el hombro, con una máquina.


http://www.youtube.com/watch?v=kxdfii-AVdg&feature=related


Pero en general, casi todo se mantiene como cuando finalizó el XIX y comenzó el XX; con el mismo espíritu de jarana y nunca mejor dicho, de verbena. Ha variado la indumentaria, han evolucionado las expresiones y los artilugios verbeneros en los que marearse, tan alejados ya de los sencillos “caballitos” cuya única misión era la de dar vueltas subiendo y bajando. El casticismo también ha perdido toda su espontaneidad y son frecuentes las diferentes lenguas y formas de hablar que se mezclan entre los asistentes a la verbena de la Paloma que es la más castiza de todas las que en Madrid se celebran. Y la Virgen, la de la Paloma, la más venerada, hasta el punto de que muchos creen que es la patrona de Madrid sin serlo. Tal es su popularidad.


Asistir a su paseo en procesión, el 15 de agosto, es un rito que un madrileño auténtico, encomendado en su niñez a la advocación de la Virgen madrileña, siempre trata de presenciar para contestar con un ¡viva! a esa exclamación que surge desde cualquier balcón del recorrido por las castizas callejuelas del Madrid de los Austrias: ¡Viva la Virgen de la Paloma!


http://www.youtube.com/watch?v=a6TejAwn_Mo

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