Tres cuartos de siglo acaba de cumplir, (razón más que suficiente para dedicarle un post) de los que buena parte los ha pasado recibiendo aplausos y escuchando olés; en ambos casos destinados a sus actuaciones ante el público. Porque Marifé de Triana comenzó en esto de la copla siendo una niña. De ahí que la llevemos viendo y escuchando desde siempre, como aquél que dice. Nació en la localidad sevillana de Burguillos, aunque toda su infancia transcurrió en la popular barriada de Triana de donde tomó el apellido artístico, ya que los suyos, sus apellidos, muy dignos, sí, nadie lo discute, pero tienen poco atractivo a la hora de encabezar un cartel de variedades: Martínez López. Lo de Marifé tiene su lógica, sobre todo en tiempos de economizar, dado que es una contracción de María Felisa. No es imaginable escuchar a aquel locutor tan serio de Radio Nacional y Televisión Española, David Cubedo, anunciando: ante ustedes, señoras y señores María Felisa Martínez López. Y como se ve que lo tenía complicado, o que no le gustaba y para eso era el responsable del programa, ni corto ni perezoso anunció en la primera aparición radiofónica de la artista: ante ustedes, señoras y señores, Marifé de Triana. Y todos tan contentos. Y así quedó la cosa.
Tenía 9 años cuando quedó huérfana de padre y a la niña ya le tiraba lo de cantar, aunque no era cosa de ponerse a ello con el luto. De manera que continuó en su colegio, como estaba mandado y como todas las niñas de esa edad, y cuando cumplió los 12 ya no aguantó más, dijo adiós a los estudios y se lanzó al mundo del arte. Surgió el inevitable: “mamá quiero ser artista”. Para ello, claro, había que vivir en Madrid, que es donde, principalmente, residían los cazatalentos. Anduvo por academias de canto, preparando su voz y aprendiendo a interpretar, cosas, ambas, que consiguió sin mayor esfuerzo debido a sus condiciones de nacimiento. Aquello de que “el artista nace, no se hace”. Ella nació para el arte. Más exactamente para el arte de la copla, como reconoció todo un especialista como fue Álvaro Retana –autor de muchas coplas y cuplés, pero sobre todo de la “Historia de la canción española”, lo que le convierte en todo un experto en el género folklórico, quien desde el principio confió en el talento de la sevillana. Lo mismo que la opinión de otra grande como Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”, quien aseguró sobre la artista a la que ya empezaba a reconocerse: “Marifé de Triana ha empezado por donde otros artistas acaban.” Elogios muy estimables, sobre todo viniendo de quienes venían, pero que no se traducían en contratos laborales, ni por supuesto en pesetas con las que ir al mercado a comprar el sustento diario, lo que supuso unos comienzos difíciles. En el año 50 y hasta el 52, viajó y trabajó –ella nunca elude esta etapa tan marcada en sus recuerdos,– en el Teatro Chino de Manolita Chen en el que llegó a actuar hasta en ocho representaciones diarias –entre las 4 de la tarde y las 5 de la marugada– y que, entre otras atracciones, estaban “Las leonas del destape”. Sin comentarios. Marifé era menor de edad, pero se las apañó para enrolarse en aquella estrambótica compañía, no sé si llamarla de variedades, de arte español, de copla andaluza, de revista, de porno o de qué, porque de cualquier cosa podía ser, pero que era, si no exactamente aplaudida, sí vitoreada y aclamada enardecidamente por el público masculino que asistía a sus funciones, por todas las localidades en feria, bajo una carpa ambulante. Como menor que era –echad la cuenta desde el 36 al 50– supongo que ni tendría carnet de artista. Ahí es nada la rimbombancia del término: carnet o carné de artista. Hasta que lo tuvo que sacar para poder seguir cantando en público con todas las bendiciones sindicales. En aquellos tiempos el ser artista tenía que estar refrendado por la consideración de unos delegados sindicales que otorgaban o no tal condición a quienes aspiraban a dedicarse profesionalmente al espectáculo. En esa toma de decisiones estaba el actor Modesto Blanch, tío del popular Jaime Blanch, al que recuerdo organizando estas pruebas en un local de la madrileña Cuesta de Santo Domingo. Si el tribunal no creía en el “tú sí que vales”, pues, hala, para casa. Resultaba que no eras artista. Cosas de la época. Si Beethoven, pongamos por caso, hubiera nacido por entonces y a causa de su sordera no hubiera realizado una prueba a gusto del tribunal, no hubiera podido dedicarse a la música. “Usted no es artista; el siguiente”. Ahora no existe esa exigencia documental y muchos dicen ser artistas, aunque tampoco lo sean. Con él, el carné, en el bolsillo, Marifé ya pudo cantar, sin problemas, los éxitos de Juanita Reina, como su preferida, pero en general de todas la folklóricas del momento y anteriores a él.
http://www.youtube.com/watch?v=j9f9OJF-dRA&feature=related
El definitivo elogio se debió a Juan Carcellé, empresario del Teatro Circo de Price, tras verla actuar en un espectáculo de poca categoría. “Jamás –manifestó– nadie ha cantado como esta mujer. Ella es la renovación absoluta de la canción andaluza”, con lo que el empresario demostró tener una excelente visión artística y comercial. Y la contrató para un espectáculo en el Price donde Marifé arrasó alcanzando los tres meses de permanencia en la cartelera teatral madrileña.
Desde entonces todo llegó con rapidez, en contraste con toda la etapa anterior. Las discográficas se interesaron por ella surgiendo el primer disco de la actriz-cantante, porque Marife es una verdadera actriz dramática a la hora de expresarse musicalmente. En ese primer disco un título que impacto: “Torre de arena”, con una música donde se combina la suavidad con el desgarro y una letra cargada de simbolismos poéticos: “Torre de arena/noche sin luna/río sin agua/flor sin olor/todo es mentira/todo es quimera/todo es delirio de mi dolor….”
http://www.youtube.com/watch?v=L_9IiOGaSUE&feature=related
Toda una tragedia que, en cuanto a venta de discos, se convirtió en todo alegría ya que fue uno de los discos de mayor venta en los 50 y los 60. Y como Marifé ganó dineros, decidió invertirlos en montar compañía propia y recorrer España con un espectáculo de coplas que título como su primer gran éxito: “Torre de arena”. Durante más de 2 años anduvo de gira con él. Desde Almería a Finisterre y desde Gerona a Huelva. El público entregado a la nueva figura de la canción para la que no escatimaba (ni escatima) el aplauso y la ovación, tanto para los temas estrenados como para los que, ya por entonces, formaban parte del repertorio folklórico.
http://www.youtube.com/watch?v=fNhLSC7nv-k
Después de este espectáculo otro y otro y otro… “La Emperaora”, “Carrusel de España”, “Coplas al viento”, “Torre de coplas”… o “La sombra”, casi todos basados en éxitos discográficos.
http://www.youtube.com/watch?v=tqYQksIu0-w
Y un disco y otro y otro más, hasta casi el centenar con más de 500 canciones, todos con gran éxito de ventas.
http://www.youtube.com/watch?v=Oa_LL-Hjuck&feature=related
Sus canciones las ha llevado, además de por todo el territorio español, por Latinoamérica, donde es tan apreciada o más que en su propio país, además de por casi toda Europa y los Estados Unidos por cuyas televisiones ha sido invitada. La televisión andaluza también, hace pocos años, confió en ella para presentar un programa semanal dedicado a la copla. Su imagen, además de en la pequeña pantalla, también ha llegado a la grande interviniendo en dos películas que, debido a su presencia en ella, fueron en su momento éxito de taquilla: “Canto para ti” y “Bajo el cielo andaluz”.
http://www.youtube.com/watch?v=CqLlOha7eAo
Marifé, la “actriz de la copla”, es dueña de unas portentosas facultades temperamentales y musicales que, expuestas sobre los escenarios y los discos, han servido como referencia a artistas de generaciones posteriores hoy consagradas, como la desaparecida Rocío Jurado así como a las en activo Isabel Pantoja, Diana Navarro o Pasión Vega, pero también es el referente para las que en estos momentos se inician en el arte de la copla española para las que ofrece toda su humanidad, su apoyo y su experiencia. A través de sus discos y sus actuaciones grabadas, ya que desde comienzos de este siglo decidió apartarse de los escenarios para dedicarse a su vida privada, aunque el gusanillo provoque desazón y en ocasiones acepte participar en algún evento donde el público la sigue ovacionando ante cualquiera de sus creaciones.