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Cabecera Me Viene A La Memoria

CINE DE HACE 50 AÑOS Y DE SIEMPRE

Existen en el cine musical varios títulos que son verdaderos referentes en este género. “El mago de Oz”, “Cantando bajo la lluvia”, “Siete novias para siete hermanos”, “Oklahoma”, “My fair lady”, “Un americano en París”, “Porgy and Bess”, “Los caballeros las prefieren rubias”…, y más recientes “Chicago” o “Evita” dentro de un largo etcétera; pero si existe un título que encierre todas las características de espectáculo cinematográfico en lo que a musical se refiere es el que este año cumple su medio siglo de historia: “West Side Story”. La película marcó todo un hito para el público en general y para la juventud de entonces un gesto de admiración por la historia que se narraba, la música que se escuchaba y la interpretación que se apreciaba a cargo de jóvenes actores con cuyas vivencias, de alguna forma, siempre se mantiene un punto de identificación.


El argumento casi estaba garantizado de antemano en cuanto a su aceptación pues, no en vano, se trataba de una versión sin disimulos del “Romeo y Julieta” shakesperiano. Autor de la idea original, por tanto, sobradamente reconocido mundialmente a través no de los años sino de los siglos. El amor entre dos adolescentes pertenecientes a dos familias entre las que existe un pronunciado odio es el eje que lleva a un desenlace trágico. Los Montescos y los Capuletos, de cuyas familia procede la pareja de Verona reflejada por Shakespeare son, en esta ocasión, miembros de una familias de inmigrantes puertorriqueños en Nueva Cork, en un caso, y de la otra parte de unos neoyorquinos de ascendencia irlandesa. La rivalidad entre los dos grupos se lleva a cabo entre dos bandas juveniles, los Sharks (puertorriqueños) y los Jets (estadounidenses), en continua disputa originada por el concepto tan distinto que unos y otros tienen por su condición de inmigrantes. Mientras que los primeros muestran su desengaño ante la marginación racial de que son objeto y la pobreza que padecen, en los segundos están presentes sus ideales de libertad, la modernidad y el consumismo que en los Estados Unidos pueden alcanzar. Algo que queda patente en uno de los números musicales más importantes de la película: “América”.


http://www.youtube.com/watch?v=1QS7wWzwak4


La película tuvo sus orígenes en los escenarios neoyorquinos donde se estrenó la versión teatral en 1957 alcanzando un importante éxito. La idea de adaptar la tragedia de “Romeo y Julieta” (tantas veces desarrollada con unos u otros ambientes) se debió al coreógrafo de ambas versiones, Jerome Robins que consiguió la colaboración del compositor Leonard Bernstein, además del guionista Arthur Laurents (fallecido hace pocos días a los 93 años de edad) y el letrista Stephen Sondheim.


El éxito, sin olvidar guión, actores y tantos elementos y personas que intervienen en un film, se debe principalmente a la música de Bernstein, que ninguna relación de familia tiene con el también compositor y autor de infinidad de bandas sonoras para el cine Elmer Bernstein. Leonard, el ampuloso director de orquesta, pianista y compositor, fue hasta su muerte y durante muchos años el más famoso y reconocido de los directores de orquesta estadounidenses, tanto para los especialistas musicales como para el público en general. Compuso óperas, sinfonías, una misa, varios musicales y muchos otros temas donde abordó diversos estilos, desde el más clásico hasta la atonalidad pasando por el jazz, que acercó al público a través de conciertos en directo, grabaciones y programas de televisión, como aquellos didácticos “Conciertos para jóvenes” que, si mal no recuerdo, también se programaron en nuestra televisión donde llegó a realizarse un programa de similares propósitos a las órdenes musicales de Enrique García Asensio en el que, además del regalo musical, se obsequiaba a los jóvenes asistentes con una batuta firmada por el maestro valenciano a cuyo cargo está actualmente la Banda Sinfónica de Madrid. A las órdenes de la batuta de Bernstein actuaron diversas orquestas, especialmente la Filarmónica de Nueva York a cuyo frente estuvo muchos años, solistas instrumentales y vocales como María Callas o Dietrich Fischer-Dieskau a quienes dirigió en los escenarios. En los estudios de grabación lo hizo, por ejemplo, con el español José Carreras en una versión discográfica de West Side Story.


http://www.youtube.com/watch?v=BzJFjpn97g0&feature=fvst


Aquí sí cantaba el joven Carreras, cosa que en la película no hacían quienes parecían hacerlo ya que su trabajo era únicamente como actores y muy pocos eran capaces de entonar ni apenas dar dos pasos seguidos de baile, por lo que tuvieron que ser doblados e incluso suprimidas algunas escenas previstas, debido a la dificultad para su realización. Desde luego, no eran éstas las principales habilidades de una atractiva Natalie Wood ni de un soso Richard Beymer. Más desenvuelta de movimientos corporales y talento interpretativo estaba la puertorriqueña Rita Moreno (que este año cumple los 80) –“Anita” en la película– y por supuesto George Chakiris y Russ Tamblyn a quienes ya conocíamos por sendas intervenciones en “Los caballeros las prefieren rubias” haciendo coros a Marilyn Monroe el primero, y en “Siete novias para siete hermanos” de los que Tamblyn era el menor.


Entre unos y otros entre los que, por supuesto, ha de considerarse al director –Robert Wise– que como tal es el responsable tanto de un éxito como de un fracaso, acapararon para la película 10 Óscar entre los que están los concedidos a la mejor película, el mejor director y la mejor música. Una música que abarcó varios géneros en los que el autor no olvidó el jazz en la “Canción de los Jets”


http://www.youtube.com/watch?v=exGJsv6ZNlo&feature=related  
 
el tropical mambo en el “Baile en el gimnasio”


http://www.youtube.com/watch?v=II2uaRmlQNg&feature=related


o la balada como de “I feel preety”,  además del célebre María


http://www.youtube.com/watch?v=Ye7PIyIcCro&feature=related   


Todas, una a una, constituyeron en conjunto y por separado auténticos éxitos tanto en audiciones como en venta de discos convirtiendo al autor en personaje popular, algo poco frecuente entre compositores ni directores de orquestas sinfónicas. Popularidad que Bernstein supo alimentar con su comportamiento social, la elección de obras y de solistas tanto instrumentistas como vocales, sus múltiples apariciones en destacados acontecimientos como la caída del muro de Berlín o la conmemoración de la reunificación de Jerusalén y por supuesto, su talento ante la orquesta y su gestualidad tan aplaudida por unos como criticada por otros. Empuñó la batuta hasta el último momento de su vida, ya que la muerte le sobrevino tan sólo cinco días después de ofrecer su último concierto en el que interpretó a Beethoven. Su nombre se mantiene vivo a través de las grabaciones para los amantes de la música clásica y “West Side Story”, la película a la que puso música y le llevó a lo más alto de la fama y la popularidad, es una muestra de buen cine. Han pasado 50 años desde su estreno y conserva los mismos valores artísticos de entonces que sabrán apreciar los que tengan la oportunidad de verla, o volver a verla, en la actualidad. Es todo un regalo para la vista y el oído.

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