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VACACIONES EN EL MAR

La prensa escrita ocupa varias de sus páginas publicitarias para anunciar cruceros en embarcaciones con toda clase lujos incorporados en sus instalaciones y manifestadas en su guía de servicios y folletos propagandísticos. Piscinas a bordo, tenis, salones de baile, espectáculos, cocina internacional, escalas turísticas a lo largo del recorrido, atenciones por parte de la tripulación, etc. Cada día la oferta es mayor; supongo que porque cada día es mayor la demanda, o la respuesta positiva a la llamada en que se nos invita (mediante abono de su importe) a surcar los mares, como en tiempos lo hicieron los vikingos y tantas civilizaciones y pueblos que en el mar encontraron su forma de vida y su desarrollo. De tanto vivir a base de prisas, lo que nos apetece es el contraste: sentir pasar el tiempo con lentitud desde el dolce far niente.


Es otra forma de ocupar el tiempo de vacaciones, sin preocuparse por un destino concreto ya que el destino principal es la propia nave, desde que ascendemos por su escalerilla en el puerto de partida hasta que descendemos por la misma en el de llegada. La máxima aspiración para pasar unas vacaciones hace unos años era pensando en Benidorm donde se establecieron las chanclas como calzado único para todo el día, incluido domingos y fiestas de guardar; los que sentían la llamada del glamour se inclinaban por Mallorca; para los nostálgicos de tiempos pasados estaba el norte peninsular y para los que creían tener todo superado y sólo encontraban refugio en según que aspiraciones e inspiraciones llevados al éxtasis en sueños de libertad estaba Ibiza. Todo generalizando, claro.


Después se incorporaron a la llamada viajera  los paraísos sudamericanos en los que nadie discute las bellezas paisajísticas que ofrece, pero que, en definitiva, no deja de ser una enorme playa y un hotel repleto de atenciones como pueda ocurrir a muchos menos kilómetros, a la vuelta de la esquina como quien dice. Claro que aquello está más lleno de exotismo y lo cierto es que por unas cifras económicas muy asequibles. Pero hablas con quienes han vivido estas experiencias viajeras y te cuentan acerca de la maravillosa playa, de su maravillosa arena y de sus transparentes aguas, además de la pulsera hotelera con el “todo incluido”. Con referencia a otros aspectos más de tipo cultural, pongamos por caso, muy poco más. O nada más. Cinco mil kilómetros para bañarse en unas aguas transparentes.


La moda, que es todo aquello que se pasa de moda, está en los cruceros. Cruceros hacia todas las direcciones indicadas en la rosa de los vientos, en camarotes interiores, exteriores, individuales, compartidos, familiares, en cubierta, etc. A quienes el presupuesto no alcanza se conforman con dar una vuelta al puerto en las pequeñas embarcaciones que, a lo largo de toda la costa española, se ofrecen para la pequeña aventura marinera de separarse unos pocos metros del muelle. Para los niños, los más pequeños sobre todo, supone toda una experiencia en la que hasta creen haber visto a Flypper y que no paran de comentar una vez en tierra firme y liberados nosotros del cuidado para que el niño no se arroje por la borda.


Los cruceros están de moda, sí, como en contraposición al ritmo desenfrenado al que hemos de someternos a lo largo del año para desempeñar nuestro trabajo, para tratar de defenderlo ante acosadores laborales o para encontrarlo. Sin embargo, los cruceros no son un invento de hoy. Lo que pasa es que los antiguos, en tiempos en que los viajes se realizaban en barco, eran más duraderos y mucho más caros. Aptos únicamente para potentados con una cierta edad y enamorados pudientes, por lo que tenían de romanticismo y hasta de incógnitas que muchos autores han llevado a su producciónnovelísitca. Los de ahora son cruceros sociales. Lo justo para que podamos presumir de haber “hecho” un crucero. Pero no son, ya digo ningún descubrimiento del sedentarismo moderno porque, incluso, hace ya más de 30 años, se realizó una serie de televisión cuyos capítulos se desarrollaban a bordo de un barco turístico.


Una serie que gozó del favor del público, a pesar de sus guiones edulcorados y de sus pocas pretensiones artísticas. Era el “Barco del amor” (The Love Boat) que en España se conoció como “Vacaciones en el mar” y como “El Crucero del Amor” en Latinoamérica. En su primera versión (la más conocida) se mantuvo durante diez años en las pantallas televisivas estadounidenses a cuyo país pertenecía la producción.


http://www.youtube.com/watch?v=C7cnotBjJ1k


El reparto estaba constituido básicamente por la tripulación compuesta por el capitán Merrill Stubing (el actor Gavin MacLeod), su hija Vicky (Jill Whelan) que viajaba permanentemente con él mientras los otros niños de su edad se supone que tendrían que acudir al colegio, la directora del crucero o más bien relaciones públicas, la refinada Julie McCoy (Lauren Tewes), el barman Isaac Washington (Ted Lange), el doctor del barco Adam Bricker (Bernie Kopell) que se dedicaba más a ligar que a sanar y el sobrecargo Burl Gopher Smith (Fred Grande) además de un constante desfile de famosos que hacían cameos de mayor o menor duración en la serie, según la situación que se les encomendara. Sería interminable la lista de quienes aparecieron pero fijándonos en algunos nombres nos podemos dar cuenta del atractivo con que contaba la serie al aceptar la invitación: Cyd Charisse, Zsa Zsa Gabor, Ursula Andrés, Jaime Lee Curtis, Eva Marie Saint, Debie Reynolds, Lana Turner, Frankie Avalon, George Kennedy, el grupo The Temptataions o Village People y recuerdo especialmente, porque además creo que su participación se produjo en más de una ocasión a Charo Baeza, la murciana que conquistó el corazón de Xavier Cugat quien, a su vez, la convirtió en estrella como antes hizo con la igualmente escultural Abbe Lane.


http://www.youtube.com/watch?v=1OpcrCFbi3w


La serie contribuyó en gran medida a la idea que todavía persiste acerca del lujo en este tipo de viajes y del tipo de sociedad que los utiliza. No es así, sin embargo, ya que se trata de un lujo perfectamente asequible, nada sofisticado (incluso hortera en muchos de sus aspectos) y todo al alcance de cualquier grupo social teniendo en cuenta la nada excesiva cifra que supone participar en un crucero que lo hace perfectamente popular. Al menos, en las rutas habituales que, tratándose de España, suelen enfocarse al Mediterráneo.


En el barco televisivo se desarrollaban varias historias simultáneas desarrolladas por el pasaje, los invitados y la tripulación. Historias independientes que en algún punto coincidían para justificar el guión para el que había varios responsables que creaban unas situaciones ligeras y divertidas.


Tras dar por finalizadas las emisiones de la popular serie se concibió una nueva versión que contó con actores distintos a la original, aunque alguno de los fijos anteriores participó en algún capítulo como invitado. Sin embargo, el éxito no acompañó este nuevo intento que pasó prácticamente desapercibido.


No sería correcto referirse a esta serie sin hacer mención a su productor que, dada su categoría profesional, constituye por sí mismo, todo un referente de calidad televisiva ya que Aaron Spelling se ha responsabilizado igualmente de multitud de éxitos como pueden ser “Dinastía”, “Starsky y Hutch”, “Los Ángeles de Charlie”, “Los Hombres de Harrelson”, “Melrod Place” o “Sensación de vivir”. Todo un currículum.


Ahora, según he escuchado en un informativo de televisión (he escuchado porque estaba de espaldas) se va a desguazar el barco en el que se fraguaron tantas historias. Al menos uno de ellos, ya que se utilizaron varios, pero mi información no llega a más. No obstante, esta noticia incompleta y sin contrastar que es como ahora se ejerce el periodismo, nos ha servido para traer al recuerdo uno de los mayores éxitos que se han dado en la todavía corta historia de la televisión: “Vacaciones en el mar” o “El barco del amor”. Como más guste.


http://www.youtube.com/watch?v=C7cnotBjJ1k

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