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Cabecera Me Viene A La Memoria

TRADICIONES

Si algo se califica de tradicional es porque se conserva. Algo pretérito que continúa con vida y es reconocido con el paso del tiempo. Cada vez es más escasa la tradición porque, entre otras cosas, nadie se ocupa de conservarla ni transmitirla. La escasez de tiempo y la incultura generalizada así lo establecen. Tampoco todas las tradiciones tienen interés de algún tipo. Cualquier representante de una joven generación rechazará de plano el intento de darle a conocer algo que fue. Hay excepciones como esos estudiantes ¿…? menores de edad en su mayoría, que inducidos por el empuje de ideólogos trasnochados han amenazado con “quemar a los curas” en un colegio de la extremeña Mérida, en una “jornada de lucha” convocada por el Sindicato de Estudiantes en la que los distintivos republicanos (hay unas banderas que se consideran anticonstitucionales y otras que no, desconozco en base a qué criterio) enarbolados eran su tarjeta de presentación, además del escogido lenguaje versallesco empleado en sus manifestaciones verbales. Ellos sí forman parte de la tradición, aunque no hayan sido capaces de leer ningún tipo de documentación donde se explique las consecuencias de ese fervor por el fuego tan desarrollado en los años 30 del siglo pasado y que sólo tiene disculpa en las Fallas valencianas. Lo de leer les queda tan grande como lo de hablar con un mínimo de corrección gramatical; grande, como lo de acudir a clase ya que sus mayores lo consienten; como lo de prepararse para un futuro; como lo de asimilar qué es la democracia que tanto vociferan a la vez que impiden al resto de alumnos –totalmente mayoritarios– su derecho a asistir al colegio. La libertad que proclaman es la de avasallar, la de ganar a base de bestialidad lo que sus jefes de filas son incapaces de conseguir con el razonamiento, el diálogo y los votos. Lo que ya no me parece tan normal es que la otra parte, la afectada por el vandalismo, insista en ofrecer razonamientos y poner la otra mejilla cuando la incomprensión es patente. Lo lógico sería emplear el mismo “idioma” tanto policial como judicialmente donde el respeto raya con un tratado de buenas maneras: “Hagan el favor de desalojar”… “Ustedes perdonen el traslado a estas dependencias judiciales, ha debido ser un error que no volverá a ocurrir”. 


Pues eso: que allá por el 31 y hasta el 36 del siglo XX se creó una ola de violencia anticlerical que acabó con el incendio provocado de centenares de edificios religiosos añadiendo, además, el asesinato de sus representantes. La idea incendiaria, por tanto, se mantiene, como una tradición que algunos conservan y  proclaman. Por supuesto, sin ninguna consecuencia por aquello de la libertad de expresión y del parkinson que padecen los que se supone que no ha de temblarles el pulso para imponer el correctivo que corresponda. Tampoco es que entonces se produjera la primera experiencia incendiaria, ya que la tradición, como tal, viene de antiguo. Por ejemplo durante la guerra de la Independencia por parte del ejército francés ya que el clero formaba en buena medida parte muy activa del bando denominado patriota. Durante la Primera Guerra Carlista y la Desamortización de Mendizábal (1835) se repitieron los hechos incendiarios. Un poco antes se llevó a cabo una matanza masiva de frailes al culpárseles de envenenar las fuentes de agua, como razonamiento interesado ante una epidemia de cólera. Durante la Semana Trágica de Barcelona en 1909 (entre el 26 de julio y el 2 de agosto) más de lo mismo. Hubo vandalismo, no sólo en Barcelona sino en algunas otras localidades catalanas como Badalona, Premiá de Mar, Manresa, San Adrián del Besos, Palamós, Calonge, San Feliu de Guixols…, pero con especial ensañamiento en los edificios religiosos en los frailes, sacerdotes y monjas. ¡Qué poco evoluciona el pensamiento humano! Por lo menos el de quienes aspiran a la hecatombe como camino para alcanzar sus pretensiones de poder, sea por el sistema que sea. Ya digo, que lo de quemar iglesias y curas está dentro de las tradiciones españolas, al menos entre un sector poblacional que es el mismo a lo largo de toda la historia y es el motor de la decadencia por lo alejado que está del progreso, aunque se considere progresista. Qué razón principal para el progreso que el respetar las ideas sin necesidad de que sean coincidentes con las propias. Hombre, el salvajismo es más rápido si se trata de imponerse.


Todo lo anterior, para decir que entre las tradiciones de nuestro país estaba, por estas fechas de primeros de noviembre, la representación teatral de “Don Juan Tenorio”. Una tradición que, sin embargo, se ha perdido para dar paso a algo tan incomprensible y alejado de nuestra cultura como es Halloween, un motivo festivo al que cada vez se suman apasionadamente  más adeptos, como si lo hubieran celebrado durante toda su vida, al encontrar en él la razón a todas sus dudas existenciales que no van más allá de la falta de originalidad y el exceso de mimetismo. Supongo que será por eso, porque de lo contrario no entiendo el sentido de la festividad en que se molesta a los vecinos de la casa, desde la ocultación de un feo disfraz, con pretensiones de tétrico, para preguntar si “truco o trato”. En ello consiste toda la fiesta. Esto no sé cómo se llama, pero es lo siguiente a tontería.


En cuando a lo de quemar, quien tenga esas tentaciones que recurra a la zarzuela de Barbieri “Jugar con fuego”. Si su sensibilidad se lo permite.


http://www.youtube.com/watch?v=oONlCM1XNks&feature=related

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