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60 AÑOS DE VACACIONES ROMANAS

El periodo vacacional tal y como lo entendemos puede decirse que ha concluido, aunque vacaciones pueden llevarse a cabo en cualquier momento. Uno de los destinos para pasar unos días es Roma. Toda Italia realmente es punto de vacaciones. Casi podría decirse que obligado como lo es París, de la que Enrique IV de Francia dijo que bien valía una misa. Lo afirmó para justificar su conversión al catolicismo, condición necesaria para convertirse en rey, pero el paso del tiempo ha situado la expresión como elogio a la capital francesa. Deambular por las calles y plazas romanas es un constante y multitudinario tropiezo con quienes en ella pasan unos días vacacionales. Grupos de turistas se desplazan de un rincón a otro siguiendo el banderín que porta el guía de la expedición y sin tener apenas tiempo para disparar una fotografía ya que, de hacerlo, se expone a verse separado de su grupo e incorporado a otro de turistas austriacos, o norteamericanos, japoneses, rusos o de cualquier otra parte del mundo atraídos por la grandeza, el arte y la historia de la capital italiana.

Ese interés no es de ahora en que todo el mundo se lanza a conocer cualquier lugar que no sea el de su residencia habitual. En el caso romano lo es de siempre. Yo diría que desde la misma era romana el resto de los pueblos europeos, al menos, se desplazaron hasta Roma para conocerla. Así hasta ahora.

Con tan habitual propósito, Audrey Hepburn y Gregory Peck eligieron Roma para unas vacaciones cinematográficas hace ahora 60 años. ¡Cómo pasa el tiempo! Ello quiere decir, por otra parte, que de continuar con vida la esbelta y atractiva Audrey y el galán Peck andarían en los 84 y 97, respectivamente. Que no vamos a ser nosotros los únicos en quienes se amontonen años. Hace, a su vez, que, respectivamente también, nos dejaran hace 20 y 10 años, los mismos que en este segundo caso se cumplen de la desaparición de la otra Hepburn, la mejor actriz que ha dado el cine, la inolvidable Katharine.
Pues sí, señor; 60 años acaba de cumplir la película “Vacaciones en Roma” y se mantiene igual de fresca que en el momento de su estreno según puede apreciarse cada vez que la programan en algún canal de televisión. Con la nostalgia propia de otros momentos de juventud (la primera y no la tercera en que estamos) la seguimos embelesados unos, con agrado los de edades intermedias y como novedad y atractivo romántico quienes comienzan a asomarse al mundo. Porque todas las generaciones que se han sucedido desde el estreno saben a la perfección quienes son los protagonistas de la cinta. Cinta en blanco y negro, como casi no podría ser de otra manera remontándonos, como es el caso, a la década de los 50.

¿Qué supuso “Vacaciones en Roma” para la historia del cine? Ni más ni menos que un éxito rotundo, uno más en la lista de éxitos de William Wyler, su director (“Fascinación”, “Jezabel”, “Cumbres borrascosas”, “La loba”, “La heredera”, “Brigada 21”, “Horizontes de grandeza”, “Ben-Hur”… De todas formas, no confundir con Billy Wilder de “Sabrina” o “Con faldas y a lo loco”.

“Vacaciones en Roma”, todo un clásico en la historia del cine, no pasa de ser un cuento tipo Cenicienta cargado de romanticismo, que acaparó tres Óscar de las 10 nominaciones que tuvo; entre ellos el de interpretación para Audrey Hepburn, el único que recibió en toda su carrera a pesar de los muchos elogios de que fue objeto por sus distintos trabajos.

En el que hoy nos ocupa Audrey es una princesa de un pequeño país, que se encuentra en Roma para llevar a cabo determinados actos protocolarios, pero que ante el impulso de su juventud interesado en conocer la ciudad de una manera más libre, se escapa de su residencia oficial para recorrer Roma de incógnito. En su deambular conoce al periodista americano que encarna Gregory Peck que simula desconocer la identidad de ella para obtener una exclusiva. Así, sin aparentemente saber uno del otro, recorren Roma, y su visión de la ciudad eterna, a bordo de una Vespa, la transmiten en imágenes al espectador. Como no podía ser menos, porque para eso eran ella y él, se enamoran, acaban siendo felices y comen perdices, aunque cada uno por su lado como no podía ser de otra manera, siguiendo la norma (cada vez menos obedecida) de no mezclar aristócratas con plebeyos. Pero todo muy bien desarrollado y mejor contado cinematográficamente. Tanto que, aunque no era una recién llegada al cine y tenía además experiencia teatral, catapultó a la Hepburn al estrellato, lugar en el que Gregory Peck ya ocupaba un puesto de honor.

En ninguno de los dos casos ella ni él fueron los elegidos inicialmente, ya que se pensó en Elizabeth Taylor y Cary Grant. El director, al conocer a Audrey quedó prendado de su naturalidad y se decidió por contratarla y en cuanto a Gregory Peck, éste se encontró con el papel tras ser rechazado por Cary Grant.

Sucedió, por otra parte y como detalle para la historia fílmica, que “Vacaciones en Roma” supuso una auténtica innovación en cuanto al rodaje en exteriores ya que Wyler apostó por los verdaderos escenarios y no los artificiales como normalmente se hacía. Así, la ciudad de Roma, con  toda su monumentalidad, se convirtió en una tercera protagonista de la película. La película, 60 años después de su estreno, no acusa en absoluto la longevidad y ya es toda una leyenda del cine. Si aún queda quien no la haya visto, serán los menos.

http://www.youtube.com/watch?v=LumtVIGXK0c

 

 

 

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