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Cabecera Me Viene A La Memoria

UN ZORRO SIN MÁSCARA

En la novela de Fernando Fernán Gómez “Viaje a ninguna parte” donde se narran las peripecias de una compañía de teatro ambulante hacia la mitad del siglo pasado, sus componentes se quejan de la gran competencia que tienen con el fútbol que se retransmite por la radio y que ocasiona el que buena parte del público prescinda de las representaciones teatrales. Eran los años 50 y en esa época los “cómicos de la legua” también se enfrentaban a un temible competidor que, incluso obligaba a suspender las actuaciones el día en que su programa se emitía en la radio dada la escasa y hasta nula asistencia de público a las salas teatrales: “El Zorro”. Pepe Iglesias “el Zorro”.


Tal era su éxito que podría decirse que el país se paralizaba para escucharle. Y para reír, claro, que era lo que pedía el ambiente tan carente de alegrías. Y como el personal tenía ganas de risas, pues reía; encontraba los motivos para hacerlo aunque según el parecer y la opinión de algunos aquellos programas radiofónicos de gran aceptación no eran más que un lavado de cerebro que se nos hacía para que nuestra mente no fuera capaz de apreciar las desgracias que nos rodeaban de personas desahuciadas, atracos con violencia, despotismo de las clases dirigentes, corrupción política y bancaria, desempleo casi generalizado, emigración, violencia de género, abortos, emparejamientos esperpénticos, delincuencia, terrorismo, extorsión, ausencia de valores… todo lo contrario del bienestar que en la actualidad nos invade y del que para nada somos merecedores.


En aquellos años 60 carecíamos de criterio propio por lo que, como borregos, acudíamos en tropel todas las mañanas a nuestro trabajo apretujados en malolientes vagones de metro. Parece mentira que tantas personas tuvieran trabajo. Carecíamos de individualismo personal porque se copiaban unos a otros adquiriendo una vivienda de aquellas en cuyo  portal  se indicaba que habían sido construidas por la Obra Sindical del Hogar y que todavía consta en muchas de ellas. Lo de los sindicatos metidos a constructores, o promotores, que ocasiona menos trabajo ya que se trata de una actividad sindical, es de entonces y de ahora en que surge alguna que otra acción dirigida a que todos los ciudadanos tengan garantizado el acceso a una vivienda digna, según rezan los enunciados propagandísticos. ¡Unos santos, que son unos santos aunque lo disimulen! No hay más que recordar el caso de la Promotora de Viviendas Sociales, PSV, promovida por UGT, que en 1993 suspendió pagos –cosas que pasan– dejando con las ilusiones de poseer un piso a 20.000 cooperativistas que vieron  evaporarse sus ahorros como consecuencia, como poco, de una mala gestión. Total, unos cuantos miles de millones; de pesetas, claro. Hay otros casos con cierto parecido a este considerado por muchos como una gran estafa. Siempre habrá mal pensados.


De igual manera se apreciaba nuestra falta de originalidad cuando un español detrás de otro adquiría un 600 para irse de vacaciones a Alicante con mujer, niños, suegra y hasta el gato o el canario. No digamos el mimetismo de los españoles al decidirse por adquirir un apartamento en la playa, que a todos les daba por lo mismo sin sentirse amenazados por más burbujas que las del cava navideño. La costa alicantina, valenciana y murciana, sobre todo, porque en otras costas también se dio el mismo caso, están repletas de casas que en su día adquirieron los muchos que entonces disponían de una nómina mensual con que afrontar el pago de las letras. Hoy son refugio de jubilados, de sus hijos y de sus nietos que encuentran en esos pequeños apartamentos, ya reformados, el alojamiento necesario para disfrutar de unas vacaciones veraniegas gratis total. De seguir así, por estos vericuetos sociales, me aparto de mi idea inicial que era hablar de El Zorro, uno de los protagonistas de nuestra juventud y motivo de recuerdo.


El suyo, más que un programa de radio, era un espectáculo radiofónico de periodicidad semanal, creo recordar que los viernes. Pepe Iglesias no era ningún desconocido cuando llegó a España en 1952 procedente de su Argentina natal. Primero aterrizó en Radio España de Barcelona, para pasar de inmediato a la Cadena SER donde se daban cita los grandes nombres de la radiodifusión y desde cuya antena se convirtió en un ídolo. Un reconocimiento similar al adquirido anteriormente en Latinoamérica, tanto en la radio como en el teatro y el cine. Tal grado de aceptación originó que muchos empresarios de salas de ocio protestaran por el horario de sus programas ya que al coincidir con sus respectivos espectáculos ocasionaban una considerable disminución de espectadores. Como supongo que las quejas no prosperarían entre la clase dirigente –como ocurre con las actuales huelgas constantes– imagino que tales empresarios cerrarían sus locales y se marcharían a sus respectivos domicilios para escuchar al Zorro y olvidar las penas mientras cenaban por aquello de que “las penas con pan son menos”.


A la hora de empezar el programa la familia se agrupaba alrededor del receptor de radio a la espera de aquellas historias simples, blancas, limpias, transparentes, sin doble sentido y sin rozar en ningún momento lo vulgar, la grosería ni la política. ¡Qué tiempos, cuando el humor era solamente humor sin tener que acudir al fácil y socorrido truco de utilizar a los políticos (a los de un lado, que los del otro son intocables) para provocar carcajadas cuando con el ingenio, de abundar entre los humoristas, sería suficiente. Además, la mayoría de los políticos sean del bando que sean ya se valen por sí mismos para ocasionar risión; sin necesidad de que se les ayude. 


Comenzaba el programa y el gesto generalizado de la familia entera ya se encontraba predispuesto para la sonrisa desde que se iniciaba la sintonía: ‘Yo soy el Zorro, zorro, zorrito, para mayores y pequeñitos, yo soy el Zorro, señoras, señores, de mil amores voy a empezar’.


http://www.youtube.com/watch?v=c0RrdlMQ_Ts&feature=related  


A partir de ese momento era un desfile personajes y sucesión de frases adjudicadas a cada uno de ellos, dentro de la trama. “Seré bereve…”, “está loca la pelota”, “la punzada… me troncho”, “¡y la fuerza que tiene!”, “hay morrones en la lata”, “a mí me gustó, ¿a ti te gusto?”, “¡ay, que risibilidad me dan las cosas risibles!” y sobre todo “del finado Fernández nunca más se supo” que todavía se escucha con cierta frecuencia al referirse a alguien del que hace tiempo nada se sabe. Frases que nada dicen por sí solas pero que adquirían todo su significado humorístico en el contexto del guión y la expresión de quien las decía. Cada personaje con una característica forma de hablar y con una voz diferente. Llegó Pepe Iglesias a interpretar 37 personajes en un solo programa. Y por si fuera poco, alguna que otra ilustración musical silbada, en cuya ejecución era todo un maestro, consiguiendo, con el aire emitido a través de sus labios, constituir todo un instrumento orquestal. Casi siempre canciones propias –llegó a firmar 120– algunas de las cuales alcanzaron una más que considerable popularidad. Por ejemplo “Sal al balcón mi querida mariposa”, “La quiniela”, “Esmeralda ráscame la espalda”, todas con un tono humorístico, pero sobre todo “Eso es el amor” de la que se realizaron infinidad de versiones en todo el mundo –quizá la más notable la interpretada por la orquesta de Franck Pourcell–  y fue utilizada en las bandas sonoras de varias películas, entre ellas “El mundo de Susy Won”.


http://www.youtube.com/watch?v=TgUd5cYhPo4


El cine español también le brindó su oportunidad como en el caso de Ramón Torrado (“Botón de ancla”, “Malvaloca”, “Fray Escoba”, “Un beso en el puerto”, etc.) que le dirigió en “¡Ché, qué loco!”.


http://www.youtube.com/watch?v=TlhqWih6x_w


Otro tanto puede decirse de la Televisión que se sirvió de su humor para garantizar parte del éxito en su primera emisión, e igualmente del teatro ya que durante varios años recorrió nuestra geografía interpretando ‘La tía de Carlos’.


José Ángel Iglesias Sánchez, descendiente de inmigrantes españoles, nació en Buenos Aires en 1915. Sus inclinaciones artísticas y su facilidad para el humor se pusieron de manifiesto desde muy pequeño, en el colegio. Conoció enseguida la popularidad y como en tantos casos de aquella época hubo de doblegarse a la imposición de la pequeña pantalla, aunque trabajó para ella incrementando su popularidad. Otro tanto le ocurrió nada menos que a Groucho Marx. “El Zorro” mantuvo hasta sus últimos momentos profesionales su propio estilo y fue fiel a sí mismo en su concepto del espectáculo. Le seguí, además de como admirador, igual que la mayoría de los españoles, porque coincidimos en la emisora La Voz de Madrid, aunque nunca llegué a conocerle en persona; nunca coincidimos en ningún pasillo, en ningún estudio, en ninguna reunión. Tan solo en  la relación nominal aunque, como correspondía, con una notable diferencia de ceros en las cantidades que a final de mes cada uno percibíamos por nuestro trabajo. Falleció en Santiago de Chile en 1991, aunque sus restos fueron trasladados a Buenos Aires donde recibió sepultura en el panteón de actores habilitado en el cementerio de La Chacarita donde hace pocos días se le ha reunido Leonardo Favio que allá por los 60 alcanzó gran resonancia popular como cantante, aunque también destacó como profesional  en varias facetas cinematográficas que acabaron por convertirle en una leyenda del cine argentino. Su título más popular fueron “Ella ya me olvidó”, “Hoy la vi” y “Hoy corté una flor”.


http://www.youtube.com/watch?v=8dsyI_9a9Gk&feature=related   


Desconozco si en la tumba de “El Zorro” figura el que quería que fuera su epitafio: “Hizo reír al mundo”. Figure o no su voluntad, lo cierto es que esa risa la consiguió, algo que el público supo agradecer con su aplauso y a pesar del tiempo transcurrido con el recuerdo de muchos.

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