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EMIGRANTES

A diario, prácticamente, leemos en la prensa, escuchamos en la radio o escuchamos, también, además de ver en televisión, que infinidad de jóvenes se inscriben en los centros que imparten enseñanza de idiomas con el fin de aprender otras lenguas que les faciliten su traslado a países donde intentar resolver su situación laboral impuesta por la crisis. Situación de paro, sin esperanzas para encontrar una solución que no pase por la emigración. El caso me suena, me trae a la memoria aquellos años 60 y 70 en que los españoles, carentes de un puesto de trabajo remunerado que les permitiera subsistir dignamente, optaron por encontrar acomodo fuera de nuestras fronteras. Por otra parte, era una tradición de los españoles que se remonta por todos los siglos de la historia, por lo menos desde la Edad Media en el proceso repoblador desarrollado durante la Reconquista. Durante la Edad Moderna la emigración decidió atravesar el océano, aunque con la independencia americana el movimiento migratorio fue interrumpido y ya en el XIX, los españoles emigrantes optaron por Cuba, Puerto Rico, México, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela (país receptor de millón y medio de españoles)  y sobre todo Argentina, donde casi tres millones de nuestros compatriotas se instalaron entre 1857 y 1935, y donde está constituida la mayor colonia española ya que, históricamente, ha sido el destino preferido por los emigrantes españoles. De por entonces (1905) data la zarzuela “Emigrantes”  desconocida actualmente en su casi totalidad, aunque se conserva un fragmento con el que Alfredo Kraus enardecía al público en sus conciertos donde solía incluir este tema; “Adiós Granada”.


http://www.youtube.com/watch?v=q42tzngtINI   


Algo más tarde, pero también en los comienzos del siglo XX, Charles Chaplin se fijo en la figura del emigrante y a él le dedicó un corto del que, según parece, es del que más satisfecho se sentía. En él refleja la situación de los inmigrantes que llegaban a América, las penurias del viaje, la pobreza de los primeros momentos y el desamparo en un país desconocido. Como en otras ocasiones Chaplin combinó el humor con su preocupación por los problemas sociales.


http://www.youtube.com/watch?v=ARVbNt-gvY4   
Fueron los que marcharon a “hacer las Américas” y que años después, retornaron para invertir en su país las fortunas (en algunos casos de dudosa obtención) conseguidas en otras latitudes y que recibieron el nombre de indianos, de los que autores literarios y musicales se sirvieron para llevar sus andanzas al terreno de la novela o la zarzuela convirtiéndolos, como tantas veces ocurría en la realidad, en caciques de sus respectivos lugares, en nobles de nuevo cuño tras adquirir el título correspondiente y en mecenas ostentosos, aunque con beneficios para la sociedad además de satisfacer su propio ego.


http://www.youtube.com/watch?v=Wcaw_FG3Wrs   


Hagamos una pausa en cuanto a la emigración para referirnos a “Los gavilanes”, la zarzuela que el Maestro Jacinto Guerrero estrenó en 1923 narrando los amoríos del indiano Juan, repartidos entre la Adriana que dejó joven al emigrar y Rosaura, su hija, de la que se enamora al regreso, ya con unos cuantos años encima. ¿Para qué le sirve el capital obtenido con su trabajo, se pregunta? El regreso y encontrarse en su aldea, lo compensan.


http://www.youtube.com/watch?v=qE1RXc0bK60&feature=related  


Claro que el dinero, por mucho que sea, no siempre es valor suficiente para obtener lo que se pretende. En este caso el amor de Rosaura que con oro no se compra.


http://www.youtube.com/watch?v=6Vxe6DQKliM&feature=related 


Después de esta pausa musical, relacionada directamente con la figura del indiano, volvamos al reavivado tema de la emigración. La emigración como búsqueda de nuevos horizontes cuando estos no son visibles más allá de nuestras narices, pero sin confundirla con el exilio que es otra forma de emigrar, casi siempre por razones de carácter político. Como aquellos afrancesados que en 1814 hubieron de abandonar España a causa de la represión implantada, muy similar a lo ocurrido después de 1939 con el exilio republicano que inundó gran parte de Europa e Iberoamérica de quienes ejercían este pensamiento.


La reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial y las escaseces económicas y laborales en España (cómo se asemejan los tiempos) originaron un movimiento migratorio desde comienzos de los años 50, hasta el punto de hacerse necesaria la creación del Instituto Español de Emigración canalizador, en gran parte, de una emigración masiva hacia Europa. El Reino Unido, Suiza, Bélgica, Francia (a donde, hasta entonces, se producía la rápida emigración de ida y vuelta a la vendimia)… y sobre todo Alemania. A la República Federal Alemana para ser más exactos. Allí se encontraron infinidad de españoles necesitados por resolver, no ya el futuro, sino el presente. Sin conocer el idioma, y lo que es peor, sin ningún tipo de cualificación y hasta en muchas ocasiones sin ningún contrato que les garantizara un mínimo laboral una vez instalados en tierras germánicas, Un amigo o un pariente que nos había precedido constituía todo el enlace que pudiera darse entre el mundo laboral de Alemania y los aspirantes españoles a desenvolverse en él y en su sociedad imaginando la conquista de “El Dorado”. Así lo vio el director de cine Pedro Lazaga que, en 1971, estrenó su película “Vente a Alemania, Pepe”, una sátira ácida, con ribetes de comicidad, donde el emigrante ve como desaparecen sus aspiraciones a conducir un Mercedes, a poseer una casa o a ligar con las teutonas ya que las actividades que desempeña para obtener una cierta rentabilidad para sus aspiraciones ahorrativas, le obligan a iniciar la jornada laboral a las 5 de la mañana y finalizarla a las 12 de la noche. Todo ese tiempo sin poder hablar con nadie porque a nadie entiende.


http://www.youtube.com/watch?v=gsH7Xv5R5iQ


Mi amigo Luis, de profesión sastre en su España natal, se decidió por la emigración atraído, más que nada, por lo que de libertades se comentaba que en Alemania abundaban además, está claro, de ver aumentados sus ingresos. Renunció a su quehacer en la sastrería donde trabajaba y tomó rumbo a Alemania por donde deambuló –según manifestaba en su correspondencia– de fábrica en fábrica en trabajos más próximos a la esclavitud que a la realización, si no profesional al menos laboral o económica. A no ser que en su mentalidad tuviera más interés el asistir a un concierto de Joan Báez para escucharla cantar lo de “No, no pasarán” o conocer al diplomático Julio Cerón, el fundador del Frente de Liberación Popular, que un buen día, después de relacionarse con todos los antifranquistas repartidos por Europa, optó por acabar residiendo en un castillo medieval en Francia, que eso vale un dineral. Que una cosa es predicar y otra dar trigo. Pero a mi amigo Luis aquello le emocionaba aunque, en una visita que le hice en la localidad de Pforzheim, a donde le llevó uno de sus trabajos, me reconoció que de llevar en Madrid la vida que llevaba en Alemania, hubiera ganado lo mismo o más. Aquello era el ahorro urgente: sin ir al cine, claro; ni tomar un aperitivo, claro; ni hacerse un traje cada año, claro; ni ir el domingo al fútbol, claro; ni celebrar festividades, está clarísimo; ni tener novia… que es como vivía en Alemania. Sólo acudiendo al trabajo desde la habitación donde residía de alquilado y vuelta cerca de la media noche a ella, cansado de hacer horas extraordinarias en una fábrica de cartonajes. Ni siquiera aprendiendo un nuevo idioma, porque no tenía tiempo para acudir a ninguna academia y para lo poco en que necesitaba expresarse dialécticamente siempre había un compatriota que se lo podía resolver. Y si no por señas. No obstante, a base de aquellos sacrificios llevados con mayor o menor grado de conformidad, a España llegaron las remesas de ahorros enviadas por aquellos emigrantes para engordar el haber de las distintas cajas de ahorro a las que eran remitidos, para encontrar un agarradero a su regreso y poder montar una frutería, o una taberna, o un taller de reparación de automóviles con lo aprendido en la Citroën, en la Renault o en la Volkswagen.


Unos ahorros, por otra parte, que apenas repercutieron en el desarrollo de las respectivas regiones ya que, en lugar de invertirse el dinero en ellas, las Cajas lo hicieron preferentemente en zonas industrializadas donde el capital invertido proporcionaba mayores beneficios. (Las Cajas ya apuntaban maneras) Tuve, en su momento, amplia información y consultas por parte de los emigrantes en Europa, desde un programa que se me encargó hacer en Radio Nacional de España. Muchos emigrantes, cargados de inocencia, sin asesoramiento a su desconocimiento económico, me enviaban correspondencia para pedir, además de canciones de Manolo Escobar, consejos para la inversión de sus ahorros e información sobre tal o cual Caja. Incluso señalaban la cantidad con que contaban y hasta sugerían claramente mi participación como asesor ¡Pobre de mí; qué les podía contestar! 


La figura del emigrante siempre ha estado –no podía ser menos- cargada de sentimentalismo impulsado por la nostalgia que el emigrante es capaz de transmitir. De ahí el éxito que desde el primer momento tuvo aquel tema de Antonio Molina despidiéndose de su España querida.


http://www.youtube.com/watch?v=PkARiudoX4s&feature=related   


Nuestra entrada en la Comunidad Europea y el posterior auge económico detuvo la salida constante de españoles, el éxodo hacia el resto de los países europeos cargando con una maleta de madera como toda posesión. Las tornas se volvieron y fue España la receptora de una inmigración masiva que hasta hace poco no ha parado de crecer. Las noticias, gracias a Internet o a lo que sea, se distribuyen por el mundo y en cualquier rincón de África o de Sudamérica son conscientes de que aquí las posibilidades laborales son nulas. Ni legal ni ilegalmente. Ahora son los españoles, de nuevo, aunque con una preparación distinta a la tan deficiente de los años 60, quienes buscan acomodo más allá de nuestras fronteras. Hoy son los ingenieros, entre otros, quienes aspiran a un trabajo que aquí no encuentran. Para semejarnos más a aquellos años en que la emigración fue como la panacea a tanta necesidad, sólo falta que aparezca un nuevo Juanito Valderrama y nos cante lo del pobre emigrante.


http://www.youtube.com/watch?v=K7Ruc_NM8j0 

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