Se puede ir al cine para pasar dos horas de sobresalto si la película es de terror (“Tiburón”, “Psicosis”, “El exorcista”, “Drácula”) o dos horas en las que desde la pantalla todo se dice entre canciones y bailes (“7 novias para 7 hermanos”) u otras dos horas de angustia si la trama se mantiene en tensión sin posibilitar la intuición sobre el desenlace (“Con la muerte en los talones”); también caben dos horas de carcajada (“Con faldas y a lo loco”) o de sentimentalismo (“Los puentes de Madison”) o de acción (“Harry el Sucio”). Cabe la posibilidad de permanecer en la sala cinematográfica para tratar de averiguar quién es el asesino en un problema policíaco (“La jungla de cristal”, “El silencio de los corderos”) o del Oeste (“Centauros del desierto”) o en la que se desborda la fantasía de sus creadores (“La guerra de las galaxias”, la saga de “El señor de los anillos” o de “Harry Potter” o las de superhéroes) y para la infancia, pero que los mayores agradecemos, el cine de dibujos animados (“Fantasía”, “Blancanieves”, “Toy Story”) Hay más estilos cinematográficos. De la Guerra Civil española, por ejemplo, también podría crearse un apartado a juzgar por la cantidad de películas que se han rodado con este tema, compitiendo casi todas en aburrimiento y falta de rigor histórico más que en calidad. Se han rodado muchas, pero otra cosa es que el público haya acudido a verlas, ya que en la mayoría de los casos ha sido poco a juzgar por el escaso tiempo que esta inacabable saga de películas, al cual más propagandistas, tendenciosas e indocumentadas, suele estar en cartel. El justo para percibir la subvención y… a por la siguiente. La siguiente subvención, porque la siguiente película vuelve a ser la misma con algún que otro retoque. ¡Qué obsesión y qué pesadez!
La industria cinematográfica produce otro tipo de películas que, yo creo, es el más generalizado y que no llega a encuadrarse de un modo rotundo en ninguno de los casos anteriores ya que abarca todos. Cine de evasión, para pasar dos horas alejado de preocupaciones y sólo dejándose llevar por lo que va apareciendo en la pantalla, sin obligar al cerebro a ningún esfuerzo de comprensión, sin que se nos escape la lágrima, sin que la música haga mover nuestros pies ni las mandíbulas sufran ninguna distorsión causada por la risa. Es una mezcla de todo, pero sin abusar, formando un conjunto. Cine de entretenimiento, simplemente. Que no es poco y que, posiblemente, sea la misión principal del cine: entretener. En esta especialidad hay infinidad de títulos desde que el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière proyectaron las imágenes de unos obreros saliendo de la fábrica donde trabajaban. En la actualidad no hubiera resultado fácil encontrar el escenario dada la escasez de trabajo fabril. Entre esos miles y miles de títulos que forman la historia del cine, están los correspondientes a una saga cinematográfica que ahora cumple 50 años y en la que se reúnen el humor, el amor, la comicidad, la seriedad, la emoción, el suspense, la música de la banda sonora, la acción, los disparos, los buenos, los malos… todos los ingredientes amalgamados en el nombre del protagonista de esta serie de películas, con lo que se define todo: James Bond, el agente 007.
Hace ya medio siglo que vimos la primera película de este agente secreto británico con “licencia para matar”, que el escritor Ian Fleming concibiera diez años antes para su primera novela: “Casino Royale”. La buena acogida literaria de las novelas de Fleming hizo que el cine se interesara por las aventuras del agente, iniciándose en 1962 la que habría de convertirse en serie con “007 contra el Dr. No”. Desde entonces y hasta la fecha 23 películas han tenido como protagonista al personaje de Fleming convertido en un clásico de la cinematografía internacional. Los ingredientes son: acción, exhibición de avanzada tecnología, mujeres atractivas y malvados que pretenden dominar el mundo. Y Bond, James Bond, controlando todo con su argucia, su inteligencia y su preparación. En ocasiones, diversos guionistas hubieron de crear los argumentos, porque la producción novelística de quien concibió el personaje no era tan abundante como las necesidades cinematográficas impusieron a causa de la gran aceptación.
Al parecer, Fleming conocía el “funcionamiento” de los agentes secretos por su trabajo durante la II Guerra Mundial en el British Department of Naval Intelligence de la Royal Navy, donde acabó ejerciendo como comandante, lo que le permitió participar y conocer el ambiente del espionaje, el contraespionaje y los espías. Situaciones que, con un mucho de fantasía añadida, supo trasladar a sus novelas. En total 21 títulos entre novelas de corta extensión y normal con 007 como protagonista indiscutible.
La literatura de Ian Fleming no se redujo al tema del espionaje y todo el ambiente de él derivado, ya que también trabajó para el mundo infantil con algún título que alcanzó un elevado grado de éxito popular como es “Chitty Chitty Bang Bang” el coche que se deslizaba por tierra, aguas y aire, que, llevado al cine, protagonizó Dick Van Dyke, y cuyo tema musical llegó a ser nominado para un “Óscar”.
http://www.youtube.com/watch?v=dMP2DqDONV0&feature=fvwrel
De esta película me viene a la memoria un personaje que físicamente, pero sobre todo por sus artimañas, engaños y manipulación para lograr sus malévolos propósitos, me recuerda al cómplice del olvidado Zapatero en el desastre nacional, el señor Pérez Rubalcaba, quien hoy se proclama como “solucionador” de lo que no solucionó cuando hubiera podido solucionarlo.
http://www.youtube.com/watch?v=zUnhfvGdmmw
Un total de seis actores han intervenido en el total de la saga cinematográfica, aplicando cada uno sus características personales al personaje, lo que ha logrado su renovación constante viéndolo desde según qué ópticas. Como es lógico, el público tiene sus preferencias acerca de todos ellos. Roger Moore (anteriormente Simon Templar en la serie televisiva “El Santo”) es el tercer 007 y el actor que más veces se ha metido en la piel del espía al que dio un carácter más agradable y divertido que la solemnidad impuesta por sus antecesores, Sean Connery que tuvo la oportunidad de ser el primero y de alguna forma contribuir a configurar el personaje y su sucesor, George Lazenby, algo más sonriente que el anterior. El cuarto Bond, Timothy Dalton, con una renovada personalidad, se nos mostró con más agresividad y frialdad y según el juicio de los especialistas en los relatos literarios de Fleming, el más aproximado a como el autor concibió el personaje. Tras un paréntesis de seis años el personaje fue asumido por Pierce Brosnan tras renunciar a él su anterior intérprete y Mel Gibson. En esta ocasión, conforme a la evolución de los tiempos tras la desaparición del bloque comunista y el fin de la Guerra Fría, el ambiente, en cierta manera, se alejó de la ciencia ficción para inclinarse en las soluciones informáticas. Así llegamos hasta el sexto y último de los Bond hasta que un nuevo nombre tome el relevo: Daniel Craig que con su 1,75 es el Bond de menos estatura, aunque en compensación, se trata del más musculoso. Con más o menos estatura, más o menos musculatura, más o menos simpatía, lo cierto es que todos han respondido a la “fórmula Bond” lo mismo desde sus interpretaciones como del ambiente que, una película tras otra, les ha rodeado: audacia, sofisticación, paisajes exóticos, ambientes elitistas, automóviles de gran lujo, elegantemente vestidos, perfectamente peinados, conocedores de los mejores vinos y preparación de cócteles (“Vodka con Martíni; batido, no revuelto”) y con gran atractivo para el sexo opuesto.
El femenino es otro de los aspectos indispensables en cualquier película de Bond que se precie. La habilidad del agente para cautivarlas no tiene parangón. Ninguna escapa a sus dotes de seducción. Pueden ser quienes trabajan con los mismos fines que él o pueden estar en el lado fuera de la ley. Para la conquista no importa. No se han resistido al frío e inteligente agente secreto, en cualquiera de sus versiones, Ursula Andrés, ni Jane Seymour, ni Kim Basinger, ni Grace Jones, Bárbara Carrera, Sophie Marceau, Halle Berry… Rubias, morenas,pelirrojas, altas, menos altas, blancas, negras, mediopensionistas. Todas dentro de lo escultural y compitiendo en atractivos físicos.
Otro tanto puede decirse de la música, ya que la mayoría de las partituras que han ilustrado las películas “Bond” se han convertido en éxitos discográficos una vez cumplida su misión de introducir al espectador en el “ambiente” cinematográfico. Muchas de estas canciones han sido incorporadas por cantantes famosos a sus repertorios como ha ocurrido con Tom Jones, Paul McCartney, Matt Monro, Tina Turner o Madonna, entre otros. Una de las grabaciones más celebradas es la que Shirley Bassey realizó para “Goldfinger”.
http://www.youtube.com/watch?v=51Wg6k9cWhM
La suma de todos los componentes de la que ha sido (y es en la historia de la cinematografía) saga “Bond” han propiciado el éxito de todos y cada uno de los títulos que la componen a los que el público sigue respondiendo y cuyo filón para los productores no parece haber terminado. Como tantas veces se repitió al terminar cada proyección, una vez que el agente 007 sale airoso de su confrontación con el mal, “James Bond will return” (“James Bond regresará”) para satisfacción de sus millones de seguidores en el mundo, motivo que proporcionó ocasión para que en Francia se celebrara, no hace demasiado tiempo, un coloquio organizado por las Universidades de Versalles y Nanterre en el que participaron la Biblioteca Nacional francesa y el Conservatorio Europeo de Estudios Audiovisuales, en el que varios especialistas estudiaron y analizaron científicamente el “efecto Bond”. Al cabo de los años y de las películas, el personaje ya es suficientemente conocido por lo que no es necesario que se presente como tantas veces lo ha hecho con una frase harto repetida: “Bond, my name es Bond, James Bond.