;
Cabecera Me Viene A La Memoria

EL MAGISTERIO RADIOFÓNICO

Cuando menos lo esperamos surge la sorpresa, la noticia inesperada. Normalmente de forma desagradable como pueda ser un hecho luctuoso entre las amistades y hasta entre la familia, y normalmente, también, en tiempo de vacaciones, lejos del lugar habitual de residencia, con lo que se nos hace difícil cumplir, cuando menos, con las normas de urbanidad establecidas ni con el interés lógico de dar el último adiós al amigo y acompañar a su familia en momento tan delicado, compartiendo su pesar.


Es lo que me ocurrió hace 30 años, cuando, igual que ahora aunque con menos años y más pelo, me encontraba disfrutando del sol y la playa atendiendo, como es hábito desde hace tantos años, la actualidad recibida a través de los distintos medios de comunicación. En ellos, concretamente en la prensa escrita, repasada a la vez que el saboreo de una tostada con tomate, un café con leche y un vaso de zumo de naranja, elementos fijos del desayuno, me enteré de que Bobby Deglané nos había dejado. Un amigo menos y un maestro del que ya no me sería posible seguir aprendiendo. Porque para tenerle como instructor en la profesión que a ambos nos situó tras un micrófono, no era necesario el contacto permanente con el magisterio que impartía dentro y fuera de la actividad profesional. Era suficiente con recordarle en los tiempos en que su voz fue la más popular de la radio española y sus programas los más escuchados en una época en que la radio constituía el timón de nuestra actividad lúdica. En la franja media del siglo pasado.
 
Uno de aquellos espacios se emitía en la noche de los sábados por la Sociedad Española de Radiodifusión, a través de su gran cadena de emisoras propias y asociadas, como rezaba en su presentación, y era el de mayor audiencia: “Cabalgata fin de semana”. Duraba tres o cuatro horas y se presentaba como espectáculo de cara al público, con la sencilla fórmula de entrevistar a famosos, o a quienes por alguna razón eran noticia, salpicado con canciones que, entonces, se hacían en directo con la “Orquesta de profesores de Radio Madrid dirigida por el maestro Cisneros”. Quien así lo anunciaba era el presentador y director del programa en cuestión: Bobby Deglané. Ahí es nada. A descubrirse tocan porque era, ni más ni menos, el mejor comunicador que ha tenido la radio española desde que se escuchó la voz de María Sabater a través de las ondas, cosa que ocurrió el 14 de noviembre de 1924 en que por primera vez se escuchó, de manera oficial, a un locutor a través de una emisora. En este caso Radio Barcelona –EAJ1 – aunque meses antes Radio Ibérica ya había comenzado sus pruebas para emitir. Muchos nombres han ocupado un lugar de privilegio desde entonces tras los micrófonos. Bobby no fue uno más, sino el más importante, aunque en su propia apreciación y con el deje chileno con que se expresaba no pasaba de ser “un pobre y feo locutorsito”.


”Cabalgata fin de semana” comenzó a emitirse en 1951. Su hora, las diez y media de la noche por lo que se hacía necesario cenar con cierta prontitud a fin de disponerse a su audición con todas las tareas terminadas. A saber: los platos de la cena fregados, la cocina recogida y los más pequeños acostados.  Era un acontecimiento, semanal, que requería de plena disposición y ausencia de impedimentos que dificultaran la escucha. “Chsssss, a callar, a ver quien viene hoy”. Y Bobby Deglané, lleno de dinamismo, arrancaba el programa con su tono optimista y captador. Si entrevistaba a alguna dama, bien en directo o por teléfono, siempre se interesaba por su estado civil: “¿Señora o señorita?” – Señorita – Porque usted lo quiere, no más”, con lo que la señorita, en cuestión, ya se daba por piropeada y se entregaba, satisfecha, al interrogatorio o a las preguntas que el concurso la pudieran deparar.


De cuando en cuando, para no bajar en ningún momento el ritmo del programa, la intervención de un cantante que, en las palabras del presentador siempre resultaba ser maravilloso. También es verdad que casi siempre lo eran, tanto si se trataba de españoles como extranjeros. Todas las grandes figuras nacionales e internacionales pasaron por el programa. Eran fijos, todas las semanas, un grupo vasco, Los Xey, que cantaban lo de “Buen menú” (Camarero, señor, que hay para hoy, un buen menú, pollo asao, asao, asao, con ensalada…) y “¡Oh, Pepita!”, entre un extenso repertorio. La del menú todavía se canta hoy y está incluida en el repertorio de muchas agrupaciones corales.


http://www.youtube.com/watch?v=sYSlBj1VmWU


Lo mismo que este grupo vocal, también eran asiduos al programa los humoristas Tip y Top -Luis Sánchez Polak y Joaquín Portillo-, siempre esperpénticos y un Mariano Medina, “El hombre del tiempo”, todavía incipiente en la popularidad que más tarde le proporcionó la televisión gracias a sus previsiones meteorológicas.


¿Qué le hacía a Bobby ser distinto? Que conocía el medio como nadie. Que sabía lo que quería y cómo hacerlo y cómo dirigir a su equipo. Tuve la gran oportunidad y fortuna de trabajar con él en Radio Nacional de España y junto con Alfredo Amestoy, es quien más me enseñó con respecto a la profesión periodística en el medio radio y televisivo respectivamente. He tenido muchos jefes cuya misión directora se limitaba a levantar la voz, que es como, equivocadamente, consideraban que debían ejercer su jefatura. Bobby, siempre con una sonrisa, dialogaba, orientaba el trabajo y si no le gustaba algo argumentaba sus tesis, aunque siempre dispuesto a rectificar su criterio si, a su vez, se le justificaban las razones del trabajo realizado. Todo con una taza de té en las manos. Té de máquina con limón, pero té, y el equipo siempre invitado; no consentía que ninguno dejáramos parte de nuestro escaso sueldo de principiantes en la máquina de bebidas. Y las cosas no siempre salían bien, pero no se enfadaba –porque ya no había remedio- sino que ponía soluciones para corregirlas, con lo que pasaban a estar bien. Como si así se hubieran planificado al concebir el programa. Estoy seguro, completamente seguro, que si Bobby hubiera estado hoy en día al frente de algún programa, no se escucharían, ni a él, ni a nadie de su equipo, la cantidad de tonterías que se escuchan respecto al trágico accidente ferroviario ocurrido hace unos días en tierras de Galicia y del que todos hablan aportando sus “grandes conocimientos como ingenieros ferroviarios”. ¡Qué cantidad de incongruencias, de datos absurdos y tergiversados, de opiniones tan particulares como inútiles, las emitidas por tanto “contertulio” sólo preocupado por justificar su salario desde la verborrea”! 
España tuvo la suerte de contar con el gran profesional que fue Bobby quien, anteriormente, se había formado en los Estados Unidos (donde se preparó en el periodismo, en la universidad de Columbia), además de su Chile natal, Argentina y Brasil. Fue tal la popularidad adquirida en nuestro país que el cine se interesó por él encomendándole interpretarse a sí mismo en la película “Historias de la radio” que dirigió José Luis Sáenz de Heredia en 1955. En ella participaban, dentro de un amplio reparto, Francisco Rabal y Pepe Isbert.


http://www.youtube.com/watch?v=1MaK2FDOAQw


Un 21 de agosto, en plena canícula, la voz de Bobby Deglané enmudeció para siempre. Se cumplen ahora 30 años del luctuoso suceso. Su personalidad arrolladora y su facilidad de palabra, las orientó en principio hacia el boxeo y la lucha libre, transmitiendo combates tanto al otro lado del Atlántico como en éste, en las veladas pugilísticas organizadas en Barcelona y en Madrid. Radio Madrid le descubrió y le dio la oportunidad para desarrollar mayores proyectos, pero también la patada cuando consideró que le había exprimido suficientemente. 


Deglané escogió España, la tierra de su madre, sevillana, y aquí se afincó, aquí se desarrolló su familia y su fama. Muchos aprendimos de él, aunque ninguno le hemos alcanzado en calidad. El público reconoció su trabajo, pero no así las empresas que únicamente le utilizaron en beneficio propio, sin apreciar lo que él les aportó en forma de audiencia. Desconozco las causas, si es que existen. Sólo Radio Nacional le dio cobijo, durante algún tiempo, tras su salida/despedida/patada de la SER. En la plaza de España madrileña, muy cerca de la casa donde residía el popular locutor, se erige un monumento a Cervantes que, como Bobby Deglané, dominaba el don de la palabra en español. El madrileño/castellanomanchego las escribía, el chileno que eligió nuestra nacionalidad las pronunciaba. Geniales ambos y creadores de historia, cada uno en lo suyo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>