Hace unos días, pocos, el actual ministro español de Asuntos Exteriores (tras el reciente cambio ministerial estoy a punto de lograr una de mis mayores aspiraciones: no tener ni la menor idea de cómo se llaman los políticos en el poder, ignorarlos del mismo modo que ellos me han ignorado a mí como ciudadano/contribuyente durante tantos años, para sólo preocuparse por ellos; si quieren que les conozca y reconozca que hagan méritos) el ministro de AA.EE., le espetó al eurodiputado británico Charles Tannock: “Gibraltar español” a lo que éste le respondió “ya hablaremos de eso” que, en román paladino se traduce como “verdes las han segado”, para no variar. Ninguna novedad, por tanto, en esta reivindicación, pero me ha traído a la memoria un tiempo, 50 años atrás, en que esta frase era de uso un tanto frecuente, aunque no sé si con conocimiento real sobre su significado entre quienes la pronunciaban. La mayoría creo que no. Para los estudiantes de Bachiller su connotación era que, a base de vociferarla en la puerta del Instituto, se conseguía faltar a una determinada clase puesta en entredicho escolar por críos de 12 años, más o menos, que habían escuchado algún pequeño sonido de campanas procedente de los universitarios, pero sin saber exactamente de dónde soplaba viento ni con qué fuerza. Ni siquiera la policía (los grises de entonces) intentaba evitar aquel pequeño alboroto. Un conserje del Centro educativo se dirigía al grupo con un “venga, chicos, marchaos a casa” y ahí terminaba todo. Ni era exaltación patriótica, ni huelga, ni nada. Pero se alcanzaba el objetivo de faltar a clase aquel día.
De aquellos tiempos y con este tema también me viene a la memoria otro recuerdo que servirá para refrescar la memoria de muchos, ya que su protagonista pasó, por lo menos, al semiolvido si no al olvido completo y es totalmente desconocido por las nuevas generaciones. Los de nuestra “quinta” todavía recordarán a José Luis. Dicho así, a secas, no es probable pero si ponemos “apellido” la cosa seguro que cambia. José Luis y su Guitarra. Esto es otra cosa; más asequible. José Luis, el que cantaba, acompañándose con su guitarra lo de “Mariquilla”, una canción que compuso para su novia –Mari Carmen– con la que más tarde formaría familia.
http://www.youtube.com/watch?v=NdgJ3HJXxZI
Haber empezado por aquí ¿verdad?, para enterarnos todos. Bien, pues José Luis era por entonces, finales de los 50 y principios de los 60, un joven de Jaén nacido en el comienzo de la guerra civil, residente en Madrid donde se preparaba para ser Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Además, le gustaba la música Como cantaba y tocaba la guitarra pertenecía a la tuna de su Facultad y además componía canciones, que eso ya no es cosa que hagan todos los tunos.
Tampoco todos los tunos tienen un programa propio de radio Y José Luis sí lo tenía, como lo tenía su inseparable guitarra a la que no abandonaba ni a sol ni a sombra. En Radio Madrid, concretamente, donde un buen día se presentó con una serie de canciones compuestas por él y grabadas en un magnetofón para que las escucharan los responsables de programas musicales. Estos apreciaron la sencillez tanto del artista como de las canciones, que les parecieron bien (también es verdad que no había cantautores y si los había se dedicaban a protestar) y le adjudicaron un espacio semanal en las ondas. Ni siquiera tenía discos, aunque las discográficas no tardaron en presentarle sus ofertas. Una vez decidido por una de ellas grabó la que ya era célebre, debido a las audiciones radiofónicas, “Mariquilla”. Tanto, tan popular, que, según algunas opiniones indemostrables, ha sido la canción más “pinchada” en la historia de la radiodifusión española y el dato contrastado de que durante dos años seguidos fue la que más derechos de autor devengó batiendo records de recaudación en la Sociedad General de Autores. O sea, que se metió unos buenos duros al bolsillo, sin apenas proponérselo, ya que lo de la música no pasaba de ser una afición, nunca un objetivo profesional, a pesar de convertirse en todo un ídolo juvenil, sí, pero también de las madres de esos jóvenes que le recibían a través de los receptores de radio como si fuera un hijo, según iban conociendo aspectos de cómo se desenvolvía en la vida.
Y como no de una única canción vive el hombre, José Luis puso su inspiración al servicio de nuevos temas y surgieron “Ay mi tuna”,”Española”, “Señorita Luna”, “Campesina”…
http://www.youtube.com/watch?v=Sad7BQSfOGM&feature=related
A los títulos procedentes de su imaginación añadió otros originarios básicamente de Latinoamérica, donde su nombre gozaba de gran predicamento, en forma de baladas, boleros o tangos. Algunos, temas tan populares como “Escríbeme” que conoció numerosas versiones. Recuerdo especialmente las de Alfredo Sadel y Javier Solís.
http://www.youtube.com/watch?v=Wgd-FtiicnM
“Ecos de mi cantar” fue otro de aquellos títulos popularizados por José Luis que seguramente recordaréis.
http://www.youtube.com/watch?v=2aUNNaLXD3U&feature=related
O “La plena de Santón”
http://www.youtube.com/watch?v=IhCiAwm0l0o&feature=related
Algunos de sus éxitos, aunque no puedo afirmar si José Luis fue el primero en interpretarlos o los cogió del repertorio de otros artistas, conocieron distintas versiones alcanzando, la popularidad. Es el caso de “Señorita Luna” que recuerdo, además de por el cantante jienense, en la versión de Los Hermanos Silva.
http://www.youtube.com/watch?v=5-CNbtlkBsI&feature=related
Cantidad de canciones y cantidad de discos, de los tiempos del vinilo, que José Luis llevó al éxito con su voz y con el acompañamiento de su guitarra que llevaba adosada a su nombre y que con los dos, unidos, servía a modo de presentación: “José Luis y su guitarra”. Más de 20 discos en su haber, algo que no todos los intérpretes de canciones, ni de entonces ni de ahora, pueden presentar en su currículum.
Entre actuación y actuación José Luis continuó su dinámica de estudios hasta convertirse en el Ingeniero Técnico de Obras Públicas a que aspiraba. Con el título bajo el brazo se presentó a unas oposiciones para ejercer su profesión en la Jefatura Provincial de Obras Públicas de Córdoba. Y las ganó. El dilema estaba entonces entre ejercer como cantante o como funcionario. No sé cuántas jornadas, cuantas noches, dedicaría a dilucidar ambas posibilidades, el caso es que se impuso la segunda con lo que dijo adiós a la canción como profesión. Lo mismo que Carlos V se retiró en pleno éxito desechando numerosas ofertas. Atrás quedaban una cantidad considerable de discos e incluso alguna aparición cinematográfica, bajo las órdenes de José María Elorrieta, dedicada a su mayor gloria como cantante: “Pasa la tuna” y “Melodías de hoy” donde su voz alternó protagonismo con la melódica de la tan prontamente desaparecida Elder Barber.
La decisión no se hizo esperar. En 1962, renunciando a todos los contratos que le eran ofrecidos, se trasladó con su familia a la capital andaluza y la canción pasó a ser tan sólo un recuerdo. Agradable, pero recuerdo. Ahora se cumplen 50 años de semejante abandono. No obstante, aún hubo un último momento de inspiración musical y exposición histórica, razón por la que hoy me he referido a este cantante tomando como referencia la expresión de nuestro actual ministro de Exteriores. José Luis editó un nuevo disco en el que incluía una canción con la misma expresión: “Gibraltar español”, incluso con orquesta y coros en sustitución de “su”, hasta entonces, inseparable guitarra.