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Cabecera Me Viene A La Memoria

UNA MERECIDA JUBILACIÓN

Los dos personajes que protagonizan el post de hoy han decidido abandonar la profesión. Mejor dicho, el ejercicio de la misma porque ser actor, artista en definitiva, se es hasta el final. Los dos, simultáneamente, han anunciado que las obras que están representando serán las últimas que interpreten, ya que ambos han sido víctimas recientemente de sendos procesos clínicos diagnosticados de gravedad y que les obliga a una vida donde el desgaste físico sea menos exigente que el que requiere la aparición diaria en escena. Me estoy refiriendo a José (Pepe) Rubio y Quique Camoiras.


El actor almeriense (Lubrín-septiembre 1931), como tantos otros actores llegó a la profesión casualmente ya que su mayor aproximación al arte interpretativo estaba en la productora cinematográfica  donde trabajaba. En ella le surgió la oportunidad de subir a un escenario y que le supuso actuar como figurante en el montaje de ‘Edipo’, junto a Francisco Rabal. Las primeras ocasiones de manifestarse como intérprete se las proporcionó el inolvidable José Tamayo, que tanto hizo por la escena española. Recuerdo al incipiente actor Pepe Rubio, con un papel muy pequeño, en el reparto de ‘Proceso de Jesús’, en el teatro Español de Madrid, donde día tras día era ovacionado por la única frase que decía. Desde entonces quedó manifestado su talento interpretativo. Directores y productores se fijaron en él y no tardó demasiado tiempo en convertirse en figura del teatro y del cine. Fue el galán por excelencia en el cine de los sesenta, llegando a intervenir en más de sesenta películas. Sin embargo no fue igual de prolífico en la escena por la sencilla razón de que estuvo durante diecisiete años representando el mismo personaje creado por Alfonso Paso en ‘Enseñar a un sinvergüenza’. Con esta comedia recorrió varias veces los teatros de la geografía española hasta superar las catorce mil representaciones y conseguir la cifra de diez millones de espectadores. Ahora, la edad, pero sobre todo la salud, le invitan a dejar la escena y disfrutar de la vida. Ha tenido palabras para su adiós: ‘En la vida todo tiene su fin y ha llegado la hora de decir adiós a este oficio que tanto amo. He conseguido mantenerme durante 52 años y me voy con toda la pena y con todo el dolor del mundo, pero también más que satisfecho por haber hecho reír a la gente’.


Otro tanto puede decirse de Quique Camoiras quien, a punto de entrar en la octava década de su vida, también decide alejarse de los escenarios en los que ha permanecido durante más de sesenta y cinco años. Como en el caso de Pepe Rubio, también Quique Camoiras acaba de salir de momentos difíciles. Una trombosis pulmonar le ha obligado a permanecer ingresado en un hospital pero, afortunadamente recuperado, se ha reincorporado al teatro, con una obra del que también fue gran actor cómico, Adrián Ortega ‘¿Y este hijo de quién es?.’ Una obra, como tantas otras de las que ha protagonizado, sin pretensiones literarias más allá del simple entretenimiento.  Ese teatro que tantas veces se reivindica actualmente, cuando lo único que pretendemos es reírnos. Pero no está muy de moda la risa por sí misma porque lo moderno es parecer un sesudo intelectual. Quique, como su hermano Paco, siempre optaron por el humor, e incluso llegaron a formar una pareja de payasos musicales en el año 1947. No obstante, cada uno fue por su lado y Quique, en los años 50, recabó principalmente en el mundo de la revista donde tantos títulos estrenó, muchos de ellos junto a Lina Morgan. El cine también recurrió a su vis cómica en decenas de películas. Recuerdo una anécdota protagonizada involuntariamente por uno de los dos hermanos, aunque lo tenso de la situación me impidió fijar en mi memoria cuál de los dos. Ocurrió en una calle céntrica de Madrid: atracaron una joyería y los ladrones, pistola en mano, salieron corriendo del establecimiento para evadirse en un coche que les esperaba. Todos los viandantes tratamos de evitar la situación desapareciendo del primer plano y refugiándonos en portales y bares. En la cafetería en la que yo entré lo hizo igualmente un Camoiras -Paco o Quique- y alterado narró los hechos: ‘se han montado en un coche y han salido disparados, pero al girar en esta esquina han chocado con un coche aparcado, que han destrozado, y se han tenido que bajar del suyo…’ De repente, el actor cómico pensó mejor la escena que acababa de presenciar y se dio cuenta de lo sucedido: ‘¡Anda, pero si el coche con el que han chocado es el mío…!’ Dentro de lo lamentable de la situación, su expresión y la forma en que fue dicha, fue motivo de carcajada entre los allí presentes. También ha tenido una frase para este momento del adiós, subido todavía a un escenario: ‘Quiero que me recuerden como actor y sobre un escenario. Lo que se tenga que decir, que sea ahora pues el último homenaje sólo puede ser sobre las tablas’.


Pepe y Quique, lo mismo que Alfredo Landa quien hace poco también anunció su retirada, os habéis merecido el descanso al que ahora aspiráis. Disfrutad de él de la misma manera que nosotros, espectadores, hemos disfrutado durante tantos años y en tantas ocasiones con vosotros. Lo malo es que el relevo está difícil.

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